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Tanto cuchillo para cortar una flor

lucha libre

Lucía Escobar
@liberalucha
laluchalibre@gmail.com

Marco Antonio tenía solo 14 años cuando lo sacaron a golpes de su casa en la colonia La Florida de la zona 19, frente a su madre Emma Theissen, quien intentó impedir que se lo llevaran sin lograrlo. Los captores eran soldados vestidos de civiles que se estaban vengando de Emma Guadalupe (hermana mayor del niño) quien había escapado de una cárcel en Quetzaltenango donde había sido retenida, violada y torturada por pertenecer a una organización rebelde.

A Marco Antonio, lo engrilletaron, le taparon la boca con cinta de aislar, lo metieron a un costal y lo subieron a patadas a la parte de atrás de un picop. La mamá logró apuntar una placa: O-17675.

Desde ese 6 de octubre de 1981, la familia Molina Theissen no ha dejado de buscar al adolescente en hospitales, cárceles, morgues, cementerios clandestinos, iglesias, cortes de justicia y ministerios del país.

Mañana, casi 37 años después, finalmente comienza el debate público contra el exjefe del Estado Mayor de la Defensa del Ejército Benedicto Lucas García y de Manuel Callejas y Callejas, Francisco Luis Gordillo Martínez, Edilperto Letona Linares y Hugo Ramiro Zaldaña Rojas, militares de alto rango a cargo en los años ochenta de la zona militar 17-15 Manuel Lisandro Barrillas de Quetzaltenango. Son acusados de delitos contra los deberes de la humanidad, desaparición forzada por la detención y tortura de Marco Antonio y violación agravada contra Emma.

Mientras tanto, el poema que Luis de Lión (otro desaparecido por el ejército de Guatemala) escribió para no olvidar el asesinato de Oliverio Castañeda (otro asesinado por el glorioso), retumba en mi cabeza:

tantos siglos contra un solo minuto,
tanto cuchillo para cortar una flor,
tanta bala para acribillar una bandera,
tanto fuego para quemar un libro,
tanto zapato para aplastar un rocío,
tanto ruido para acallar una voz,
tantos cazadores para cazar un solo venado,
tanto cobarde contra un solo valiente,
tanto soldado para fusilar a un niño.
ah.
tanto de tanto para nada . . .

¿Cuánto tiempo ha pasado? Tanto de tanto para nada. Y aunque una pudiera pensar que no existe pena ni condena ni resarcimiento económico que pueda hacer que una familia sienta que se hizo justicia por un caso de desaparición forzada, estoy segura que para cerrar este capítulo, es necesario enterrar al niño, llevarle flores, llorar en su tumba, ver que existe un castigo para los verdugos.

Lo que Doña Emma y sus hijas hacen al buscar justicia para Marco Antonio es construir patria. Su esfuerzo y valor son el tipo de actos necesarios para sentar precedentes, para dejar bien bien claro que toda vida de un niño es valiosa y debe ser protegida. No hay excusa para fusilar a un niño. Ni a los niños de ayer acusados de guerrilleros, ni a las niñas de hoy criminalizadas e institucionalizadas, ni a los niños de mañana culpados de terroristas.

Emma y Marco Antonio fueron parte de esa juventud a la que no se le escuchó, comprendió ni protegió. Y que al contrario, les cayó todo el peso de la violencia encima. Así como sigue pasando hoy en día, como fue con las niñas del Hogar Seguro, o con los mil menores de 18 años que murieron el año pasado por actos violentos, y las 4 mil y pico niñas víctimas de violencia sexual que se atrevieron a denunciar en 2017.

Por ellos y ellas, por quienes siguen vivos, este juicio es importante. Nos da fuerza para frenar tanta violencia contra la juventud, niñez y adolescencia. Porque vamos a construir paz, quieran o no quieran. Porque confiamos en la justicia.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/lacolumna/2018/02/28/tanto-cuchillo-para-cortar-una-flor/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Lucía Escobar
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