Seguro como la muerte, de Mario Roberto Morales
La prueba de que nuestra civilización se asienta sobre los pilares del miedo está en que vivimos la vida como si jamás fuéramos a morir. Por eso es que cuando alguien fallece, aunque se trate de un nonagenario, fingimos estupor como si aquello se tratara de un hecho excepcional y no de la norma más común de la existencia.
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