Los cuenteros, de Oxwell Lbu
Caía la tarde en la “Ciudad de Piedra” el sol lucía cansado, la luna se miraba al otro costado esperándolo, para velarle el sueño; los grillos afinaban sus violines bajo las piedras, mientras las estrellas se envolvían con las nubes porque de pronto sintieron frio.A falta de televisión, la imag inación creaba imágenes e historias, que por medio de la tradición oral, pasaba de generación en generación, sufriendo a su paso con las exageraciones, los detalles que se pierden y los que se agregan. Mas lo cierto es que los patojos, no perdían la ocasión para ir al parque a escuchar a los cuenteros, que tenían ese encanto de crear imágenes con las palabras y ponerlas en acción con tan solo la modulación de la voz y la gesticulación, que de por sí ya era todo un show. Ya para esa hora los patojos se habían cenado una tasita de café acompañada de una champurrada, frijolitos y pan francés. De las casas de teja roja, de portones de madera y un jardín en medio, el cual era el remedio para eso de la depresión, de esas casas de paredes
altas y anchas, con ese aire antigüeño, salían los patojos rumbo al parque, porque querían escuchar, la historia que los cuenteros, hoy iban a contar.
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