La sombra del castaño, de Eleázar Adolfo Molina Muñoz

El tiempo había volado como plumas agitadas por el viento, Fray Reginaldo caminaba por el convento de Nápoles, meditaba y pedía a Dios que le iluminara para poder concluir la tarea que había prometido terminar. Aquel convento, viejo y de paredes gruesas, antes de la llegada de Fray Tomás, era oscuro y lleno de sombras. Fray Reginaldo recordaba como Fray Tomás una tarde de domingo, después de asistir a la santa eucaristía,