Narcomasacres, herencia del terror y la guerra que nos viene. De Carlos Figueroa Ibarra
La guerra que han planteado los Estados Unidos de América al narcotráfico es algo que debe darse fuera de sus fronteras nacionales. En México, el gobierno de Calderón quiso matar dos pájaros de un tiro cuando aceptó embarcarse en la guerra animada por Washington: por un lado se congraciaba con la gran potencia al cumplir la agenda que ésta le planteaba y por otro creaba una bandera por medio de la cual buscaría una legitimidad que había perdido cometiendo el fraude electoral de 2006. Casi cinco años después, México se ha sumido en un baño de sangre con casi 40 mil ejecuciones, 16 mil secuestros y 6 mil desapariciones forzadas. Cuando Calderón se vaya de la presidencia en 2012, dejará al país anegado en sangre y con los cárteles del narcotráfico actuando como siempre. Más aun, dos de ellos, el cártel de Sinaloa y el cartel de los Zetas, serán notablemente poderosos.
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