En memoria de mis padres, de Carlos Figueroa Ibarra
Hace unos meses escribí en mi columna mi oposición a la pena de muerte. Era la respuesta a una convicción profunda. Uno de los lectores me hizo el favor de enviarme un comentario en el que me reprochaba mi postura y agregaba: “Como se ve a simple vista que Ud. no ha sido afectado por la violencia extrema, por eso se atreve a emitir tal opinión”. Desgraciadamente esto no es así.
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