Eugenia en el balcón, de Utrillo Mauricio E. López CAstellanos
Se mantenía atenta a la conversación que tenía con Eugenia. Ésta, como todas las noches nos juntábamos en su cuarto para conversar sin más preocupación que la de no permitir que se acabaran las velas mientras nosotros estuviésemos allí, conversando tranquilamente. Cada tarde Eugenia colocaba una vela nueva, extremadamente larga, con la cual nos iluminábamos los sábados que amanecíamos, como si no fuese la noche más que un concepto que el hombre utilizó para identificar el universo en su estado silvestre.
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