Cartas Perfumadas, de Oxwell Lbu

Caía la tarde y la noche empezaba a desplegar su manto tapizado de estrellas, la luna como una doncella mirando atreves de las cortinas de una ventana asomaba su rostro al firmamento y aquel muchacho llevaba el corazón contento, en el pecho una tarjeta para la niña de sus sueños, aun que a veces para sorprenderla las ponía en el correo aun que sabía que de aquella forma ,se perdía el ver sus ojos humedecidos y esa sonrisa que iluminaba su rostro, mas recibía a cambio un beso travieso y un abrazo en el que sentía los latidos de su corazón.