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Socaribe

lucha libre

Lucía Escobar
@liberalucha

Somos un país delirante, una colonia feudal fundada sobre las ruinas de un imperio en decadencia. Mucha de la “Historia” oficial que nos enseñaron en la primaria, tiene más de leyenda y fantasía que de realidad basada en hechos. No se fueron secuestrados los mayas por naves espaciales. No hubo Tecún Umán, ni pecho manchado de sangre. Ni hijos valientes y altivos defendiendo un trono de honor. Estamos en negación total de aceptar nuestra historia de genocidio y sangre. No estamos siendo capaces de ponernos de acuerdo ni en lo que ya fue, ¿cómo podríamos soñar juntos con otro país? ¿Es justo anhelar ampliar nuestras fronteras? Pienso esto mientras hay una disputa territorial, marítima e insular en la que los guatemaltecos estamos invitados a opinar.

No recuerdo el momento exacto en que Belice comenzó a desaparecer del mapa de Guatemala. De pequeña cuando aprendía los departamentos del país, dibujaba y pintaba siempre de otro color esa gran oreja territorial, hasta que un día simplemente empezó a desdibujarse cómo si fuera un “país Van Gogh” .

Nunca he sentido a Belice como parte de este país. Es un departamento quimera que para los guatemaltecos solo existe en nuestra Geografía Visualizada de la primaria. Belice, ese amor con acento inglés y olor a coco, nunca disfrutado y siempre deseado.

Somos muchísimos los guatemaltecos que jamás hemos cruzado la frontera para entrar a Belice. Miles los que nunca han pisado sus playas, ni sus calles. Cientos los que no conocemos su comida, ni a qué suena su música ni el ritmo de su idioma. Apenas recuerdo haber tenido algún par de conocidos beliceños, casi ninguna referencia cultural. Nunca aprendí ni en el colegio ni en la universidad nada sobre nuestros vecinos. En mi mente son pocos los recuerdos, deseos, sabores o conocimientos que me genera ese país. No tengo idea si es necesario visa para visitarlo o no. Apenas tengo alguna imagen en mi mente de lejanos piratas que se fueron adentrando a tierra firme haciendo barbaridades y ganando cada vez más territorio.

En mis años de escuela, leí algo sobre un mal trato entre la corona británica y gobernantes guatemaltecos, un trueque entre una carretera que nunca se hizo y un pedazo de caribe perdido/robado hace casi doscientos años. Un mal negocio que por alguna razón de nuevo vuelve a ser noticia, en Guatemala.

Esta semana, estamos convocados a ir a votar, en una consulta popular que costará nada menos que 300 millones de quetzales. La pregunta es si los guatemaltecos confiamos en que sea la Corte Internacional de Justicia, CIJ, el ente encargado de fijar y definir fronteras claras entre Belice y Guatemala. De aceptarlos como jueces, no tendríamos derecho a apelar el fallo final.  Entiendo también que la CIJ no podrá decidir nada, si antes Belice no decide también en Consulta Popular que confía en dicha corte para resolver el conflicto.  Entiendo que la corte en ningún momento podría determinar que Belice es de Guatemala y hacerlo desaparecer como país independiente. Belice es una nación libre y soberana desde 1981. Diez años después, el Estado Guatemalteco lo reconoció como país propio, pero no reconoció sus fronteras. Desde ese momento existe en disputa 12 mil 272 kilómetros cuadrados de selva que han causado algunos muertos en confusos enfrentamientos. Y los guatemaltecos estamos rifándonos el acceso al mar Caribe.

No tengo idea cómo irá a terminar este embrollo. Y aún no sé si iré a votar.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/lacolumna/2018/04/11/socaribe/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Lucía Escobar
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