Síndrome del Polochic
Javier Payeras
La experiencia de vivir en Guatemala y coincidir con su etapa “democrática” me deja con un glosario de palabras vacías exprimidas hasta la saciedad por los últimos siete gobiernos: inclusión, tolerancia, solidaridad, pertenencia, inter-culturalidad, desarrollo… Todas acompañadas de apretones de manos y onerosas consultorías alrededor de ellas. Siempre el tema justo para la foto del retrato, el fólder impreso y el papel membretado. Siempre las buenas intenciones de cooperación y transformación que pasan a convertirse en muy poco tiempo en una burocracia civil que vigila a la burocracia gubernamental.
Una de las palabras más vacías de significado es “democracia”. Los guatemaltecos sabemos muy bien que el abuso de este término es adictivo para la vieja demagogia partidista que trata de encubrir sus muy mediocres propuestas, sus insostenibles proyectos de transformación y su casi nula empatía para con sus gobernados, con solo nombrarla. Tal pareciera que engrosando el discurso “democrático” planteado desde la derecha moderada (como si es que tal cosa existiera) que firmó los Acuerdos de Paz, hasta la social democracia conservadora (¡!) que propone el gobierno actual, se pudieran atravesar las garitas que nos separan de los bien portados países en vías de desarrollo.
Otra ejemplo de palabra vacía es “Gobierno”. En Guatemala el gobierno no es más que un grupo en rotación, una visión limitada a los cuatro años que dura su turno, una línea de discurso que nunca coincide con acciones concretas. El gobierno puede desplazarse de lo meramente popular a lo más reaccionario sin salirse demasiado de su lógica de mantener o conseguir privilegios a cualquier precio.
Mi última palabra vacua es “Estado”. El “Estado” (este sí con mayúscula) es lo que surge de inmediato cuando el “gobierno” se pasa de la raya. Son las viejas costumbres que supervisan que la demagogia habitual no se transforme en acciones de justicia. De eso resulta que si un movimiento de campesinos trata de defenderse de los abusos que el gran capital acomete contra ellos y contra nosotros, el “Estado” tiene que ordenar al “gobierno” que actúe contra ellos mediante la vieja y conocida técnica del desalojo a punta de pistola.
Fuente: [http://soledadbrother.blogspot.mx]
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