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¿Re-colonizados?

Franco Martínez Mont

La semana pasada constatamos el ejercicio de la política exterior imperialista de Estados Unidos en Guatemala (Venezuela en la mira para la ocupación político-militar, pues la intervención económica ya es un hecho), una demostración de la dominación hegemónica de ultramar que ostentan en nuestro país los yanquis, retrotrayéndonos a un modus operandi distinto al ejecutado mediante la PBSUCCESS de 1954, una estrategia basada en el poder inteligente (simbiosis entre hard y soft power), donde prevalecen la violencia simbólica a través del Comando Sur y los marines, y el rol de organismos internacionales para extender la influencia estadounidense (la Cicig actúa bajo el consentimiento de Washington).

La conferencia de prensa nuevamente evidenció la violación a nuestra soberanía nacional (el arrogante granjero yanqui apaleando a un moribundo chompipe criollo), irrespetando los principios del Derecho Internacional Público y de todo el tratadismo de las Naciones Unidas, además de la transgresión a la libre autodeterminación de los pueblos (interviniendo la SAT y obligando a poligrafiar a los servidores públicos), pero que también tiene otra lectura: el espaldarazo de la Embajada a OPM (alfil institucional necesario para estabilizar el sistema, evitando el empoderamiento de actores indeseables), pero no a su gobierno, donde Estados Unidos cogobernará sin mayores restricciones ¿y a todo esto, don Maldonado Aguirre qué papel está jugando?, saneando algunas gusaneras de la cosa pública, pero no desmantelando mafias privadas (Cacif como aliado histórico, aunque las élites empresariales tienen una deuda sobre la conducción desarrollista del Estado con Washington), y mucho menos apostándole a la reforma/refundación del Estado.

A Estados Unidos, desde el intervencionismo aderezado de cooperación al desarrollo, le conviene que existan Estados frágiles o débiles. Por ello son una amenaza para su seguridad y defensa hemisférica los Estados secuestrados por el crimen organizado transnacional (aunque el narcotráfico y el terrorismo legitiman su intervencionismo), por eso están desarticulando las mafias políticas y militares en el país que se han enriquecido ilícitamente a costas del erario nacional y de los préstamos que Estados Unidos y sus bancos privados multilaterales dan a Guatemala.

Asimismo, están reposicionándose geoestratégicamente en el Triángulo Norte, alentando las protestas en Honduras para derrocar a Hernández (Cicig regional y Palmerola como enclave militar permanente en el Istmo), El Salvador es dependiente por la dolarización y los tres países por las remesas familiares (los inmigrantes son amenaza para su cultura y seguridad interna, los latinos son caudal electoral demócrata y existe un racismo anglosajón anti-latinos), igualmente las transnacionales gringas se están disputando el control socioterritorial de Centroamérica con Rusia, China e India (Plan de la Prosperidad y el fondo Crossroads), donde los Canales Secos son un nicho clave.

Finalmente, hoy en Guatemala existe un Estado dentro de otro Estado, o mejor dicho el águila calva vuela sin vetos disfrazada de quetzal.

…¿y a todo esto, don Maldonado Aguirre qué papel está jugando?, saneando algunas gusaneras de la cosa pública, pero no desmantelando mafias privadas (Cacif como aliado histórico, aunque las élites empresariales tienen una deuda sobre la conducción desarrollista del Estado con Washington), y mucho menos apostándole a la reforma/refundación del Estado.

Franco Martínez Mont
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