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¿Quién te reconstruirá, Guatemala?

Manuel Villacorta

Charles Darwin expresó que “Las especies que sobreviven no son las más fuertes y numerosas, sobreviven aquellas que se adaptan a los cambios de mejor manera”. Este criterio puede aplicarse a las instituciones sociales: la familia, las empresas, las iglesias y al Estado. En un contexto global de impactantes cambios, el anclaje a lo tradicional provoca resultados negativos. Hoy presenciamos como el Estado guatemalteco convulsiona, obligado a una urgente transformación.

Al sistema político lo alimentó un matrimonio perverso entre financistas y mercenarios de la política, cuyo principal propósito fue la apropiación ilegal de los recursos públicos, fuese mediante la evasión fiscal o la sobrevaloración de la obra pública. La corrupción —amparada en la impunidad— fue el carburante que generó un Estado perfecto para las mafias, pero fallido para las mayorías. En Guatemala se consolidó una de las partidocracias más corruptas de América Latina, modelo político que no podía existir eternamente. Sus contradicciones internas y los precisos embates dirigidos por CICIG y el MP, aceleraron su colapso. La partidocracia corrupta tiene sus días contados, la sociedad exige una nueva forma de hacer política en el país.

El otro puntal del Estado tradicional guatemalteco, fue un modelo económico basado fundamentalmente en una economía agrícola, sustentada en el cultivo extensivo y las exportaciones. Este sistema económico se benefició de sus propias prácticas de exclusión social, al recibir a cambio de la expulsión de cientos de miles de guatemaltecos al exterior, fuertes caudales de divisa estadounidense por remesas familiares. Por su propia constitución el modelo referido no evitó la penetración de capitales contaminados, vinculados al crimen organizado. Pero al igual que el modelo político, el modelo económico llegó a un punto sin retorno: los ingresos por exportaciones muestran una caída sostenida, debido al bajo precio internacional de los productos agrícolas, la contracción del mercado internacional, los nuevos hábitos de consumo e incluso, las alteraciones producto del cambio climático que afectan seriamente las técnicas de producción.

El resquebrajamiento del sistema político aunado al potencial colapso del sistema económico, están generando una paralización en todos los ámbitos. La incertidumbre y la inacción están apoderándose de la sociedad en general. Lo preocupante radica en que tanto el surgimiento de un nuevo sistema político y el montaje de un nuevo sistema económico -de ser formulados con éxito- implicaría como mínimo dos décadas para mostrar su funcionalidad y aportar beneficios. Nunca consideramos seriamente esas tendencias, tanto internas como externas, por lo que jamás nos preparamos para modificar el rumbo.

Como agravante los indicadores sociales son en extremo preocupantes, cuyos efectos se harán latentes en mayores niveles de conflictividad. La inviabilidad inminente tanto económica como política de Guatemala en las actuales circunstancias, nos obliga a una reestructuración nacional sin precedentes. Ello exige una relación concreta y eficaz entre capital e inversión, desarrollo social sostenido, eficiente infraestructura nacional, vigencia del Estado de derecho y el logro de una exitosa ubicación en el contexto de la economía internacional. Pero lo anterior es impensable si todos los sectores sociales no nos comprometemos a favor de la elección de nuevas autoridades, cuyos rasgos deberán ser: experiencia, responsabilidad, compromiso y honestidad. El final del modelo es inminente. Y el desafío, está planteado.

El resquebrajamiento del sistema político aunado al potencial colapso del sistema económico, están generando una paralización en todos los ámbitos. La incertidumbre y la inacción están apoderándose de la sociedad en general.

Fuente: [http://www.prensalibre.com/opinion/opinion/quien-te-reconstruira-guatemala]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de <a href=»http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/es/» target=»_blank»>Creative Commons</a>, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Manuel R. Villacorta O.