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Quedarse sin futuro

Gerardo Guinea Diez
gguinea10@gmail.com
En dos décadas, el desarrollo cultural del país muestra logros impresionantes. Particularmente, en los últimos ocho años, escritores, músicos, pintores, actores, cineastas, entre otras disciplinas, han logrado un espacio internacional envidiable. Así, entre premios, ediciones, festivales, los artistas guatemaltecos han posicionado su obra. Asimismo, el vasto y riquísimo movimiento cultural de los jóvenes consolida uno de los aspectos más fundamentales de un país: la salud de su casa interior.

Como ha señalado el poeta Hugo Mujica: “En la casa no habitamos solos, lo hacemos con otros”. Sin presupuestos, sin una política de Estado hacia la cultura, aún así en la historia hemos producido exquisiteces: un Premio Nobel de Literatura, un Príncipe de Asturias, un Juan Rulfo, el reciente Premio Donoso a Rodrigo Rey Rosa. La película de Jayro Bustamante, Ixcanul ha ganado en más de 25 festivales en el mundo y lleva buen paso hacia los premios Oscar. La presencia de las letras guatemaltecas está más allá de nuestros clásicos: Cardoza y Aragón, Asturias, Monterroso y Monteforte Toledo. La producción editorial es hoy la más importante de Centroamérica y varios escritores se abren paso con obras potentes y de mucha calidad.

Quienes trabajan en el sector saben que deben hacer milagros y literalmente mucho de lo hecho se hace con cascaritas de huevo huero. Por ello, sorprende que en el debate sobre el Presupuesto General de la Nación, este tema esté fuera de cualquier discusión. Es más, según se publicó en su momento, la idea es recortar 63 millones al presupuesto del Ministerio de Cultura y Deportes. Las prioridades, por obvias razones, son educación, salud y seguridad.

Ahora bien, cultura y educación deberían cumplir un círculo virtuoso. El problema es que hacia donde se vea, el desastre es más que evidente. En un informe reciente, Prodessa estima que existen alrededor de tres millones y medio de niños excluidos del sistema de educación pública. En los hospitales, la situación es más que precaria y en el tema de seguridad, continúa la violencia de los 15 o 20 muertos diarios. Por no hablar de la gravedad de fenómenos como la trata y la violencia contra las mujeres.

Aún así, estimular el arte guatemalteco generará en el mediano plazo, la imaginación, el pensamiento abstracto; quienes se ven bajo el influjo cultural no sólo consolidarán su personalidad, sino su salud emocional será resultado de una mayor capacidad analítica, en pocas palabras, preparará a los jóvenes para su encuentro con la ciudadanía, en la medida que la cultura es la cuarta pata de la mesa democrática. En el Presupuesto General de la Nación 2015, apenas se asigna el 0.3 por ciento de éste para cultura, en el entendido que el otro 0.3 se destina a deportes. Siendo la cultura un forjador de ciudadanía, de referentes colectivos y orgullo de pertenencia, ¿por qué escamotearla recursos a ese sector? Porcentajes más, porcentajes menos, entre artes y desarrollo cultural apenas se invierte 0.45 centavos por habitante al año. Los efectos de la pobreza son devastadores, pero también la pobreza espiritual de una nación es, en el largo plazo, como quedarse sin futuro.

“Entre artes y desarrollo cultural apenas se invierte 0.45 centavos por habitante al año”.

 

Gerardo Guinea Diez
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