¿Qué hacer? ¿Qué camino tomar? (IV)
La Constitución vigente desde 1985, no reconoce a más de la mitad de la población del país, que es indígena.
Irmalicia Velásquez Nimatuj
La Constitución Política de la República de Guatemala, como una de las “grandes instituciones sociales” que tiene la responsabilidad fundacional de sostener el andamiaje jurídico y de establecer la división de poderes, debe organizar la vida individual y social, distribuyendo los derechos y los deberes fundamentales en condiciones de igualdad, sin privilegios y sin ninguna distinción para ninguno de los pueblos que integran esta nación.
Sin embargo, en la realidad guatemalteca esto no ocurre. La Constitución vigente desde 1985, no reconoce a más de la mitad de la población del país, que es indígena. Se trata de poco más de 8 millones de mujeres y hombres indígenas para quienes solo el Artículo 58 de la Sección Segunda, les garantiza el derecho a la identidad cultural y los artículos de la Sección Tercera, sobre Comunidades Indígenas, que específicamente son el Artículo 66 que se refiere a la protección de los grupos étnicos; el Artículo 67 que aborda la protección a las tierras y las cooperativas agrícolas indígenas –que vale agregar, es un artículo constitucional que nunca se ha cumplido, por el contrario, ha sido permanentemente violado en beneficio de la elite agraria nacional y de compañías trasnacionales que no han dejado de despojar por diversas formas a los pueblos de sus tierras y de los recursos que posee el suelo y el subsuelo–; el Artículo 68 que se refiere a legislación y programas de tierra para comunidades indígenas, y el Artículo 70 que plantea que una ley específica regulará lo relativo a los indígenas y, sin embargo, hasta la fecha esta ley nunca fue construida por el Congreso.
En resumen, de más de 280 artículos de la Constitución a solo cinco se reduce la rica, histórica y compleja vida indígena. Con el agravante que ese puñado de artículos no los reconocen como pueblos sino como comunidades. Además, los reduce a grupos étnicos y con una visión colonialista, paternalista y profundamente racista, plantea su permanente promoción y protección. Si la Constitución es un traje que debe quedar a la medida de un país, en el caso de Guatemala este es ya un traje demasiado apretado, que está a punto de rasgarse.
Fuente: [www.elperiodico.com.gt]
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