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¿Qué diferencia hay entre las mafias que nos gobiernan y un ladrón de teléfonos celulares?

María del Carmen Culajay

Tomemos al pie de la letra la pregunta del título de esta breve reflexión: ¿Qué diferencia hay entre las mafias que nos gobiernan y un ladrón de teléfonos celulares? ¡¡Ninguna!!

O, en todo caso, habría que matizar un poco la respuesta. Sí, hay una: la cuota de poder con que cuentan los primeros. Pero en esencia son lo mismo.

Incluso esto último también habría que matizarlo: no son exactamente lo mismo. Un ladrón de teléfonos celulares es un paria de la sociedad, un eternamente excluido, un síntoma de la marginación histórica de las grandes masas populares del país, en buena medida de origen indígena. Las mafias enquistadas en el Estado que desde hace un tiempo vienen manejando los hilos políticos de la nación, no son parias, no son excluidos. En muchos casos hasta doctorados tienen. Y en muchos casos, muchas medallas como ¿héroes? militares (pagadas por nosotros, claro).

Ahora queda claro que lo que vivimos en el país desde hace unos meses es una lucha de poder entre grupos poderosos: el CACIF y los empresarios oligarcas tradicionales por un lado (con apoyo de la embajada de los Estados Unidos), y las mafias de nuevos ricos ligados al crimen organizado, por otro. ¿Quiénes son más delincuentes? Hoy por
hoy, dada la correlación de fuerzas, la nueva burguesía ascendente vinculada al crimen hace las veces de delincuente. De ahí que la exvicepresidenta y amante del actual presidente, Ingrid Roxana Baldetti Elías, o el mismo presidente (que ya pronto caerá preso) son los “malos” de la película. La oligarquía roba legalmente (¡¡¡eso no hay que olvidarlo nunca, aunque hoy estemos obnubilados por el juicio a esta corrupta ladrona!!! ¿Acaso la finca del finquero o la empresa del empresario se hizo con abnegado trabajo?)

¿Qué diferencia a esta repulsiva mafia que ha copado los diferentes poderes del Estado de un marero? Pues ¡nada! Ambos son transgresores, ambos roban, ambos son un atentado contra el pueblo y la democracia, ambos son una excrecencia social. Explicar el fenómeno con una apelación a la psicopatología puede ser útil, pero no alcanza para entender todo el proceso. No hay dudas que no todos los funcionarios públicos son asesinos, ladrones, mafiosos y mentirosos irredentos. Hay que tener algo especial que permita ser así, algo psicopatológico, enfermizo.

Del mismo modo, no todo joven proveniente de una colonia urbana empobrecida y de una familia con severos problemas de desintegración se hace delincuente. También hay que tener algo especial que permita ser así. Pero sin dudas ambos: la mafia actual (presidente, exvicepresidenta, muchos de los cuadros que dirigen el Estado, una buena
parte de diputados) son, en su raíz, igual que un marero o un ladrón de gallinas: gente que ha perdido la vergüenza y puede transgredir sin culpa: ¿se acuerdan del “Los voy a invitar a comer mojarra del lago de Amatitlán”? ¿Usted se atrevería a algo así?

Por supuesto, ambos (funcionarios actuales, diputados tránsfugas y mareros o ladrones de cadenitas de la 18 Calle) deben ser castigados como una amenaza social (¡¡en China se fusila por actos de corrupción!! ¡¡Se fu-si-la!!). Pero el marero, inclusive, hasta puede ser comprendido en su miseria: es producto de una cadena de exclusiones. No es para perdonarlo, pero sí para entender el drama de su vida. En relación a los mafiosos que ahora nos gobiernan, no hay justificativos (Roxana Baldetti tiene un doctorado en Taiwán…, y Baldizón ¡también es “doctor”! ¿Habrá que perdonarlos?)

Muchas veces la población enardecida (y equivocadamente, porque eso no es justicia popular) lincha a un ladrón de teléfonos. ¿Linchará también a alguno de estos entacuchados señorones o señoronas que nos roban nuestros impuestos, que se burlan abiertamente del pueblo, que se creen una casta superior, que exhiben ostentosos sus riquezas mal habidas? No estoy llamando a hacerlo, pero… ¿qué lindo sería, no?

Para finalizar, no quiero dejar de mencionar que por supuesto estos abominables mafiosos tienen riquezas mal habidas, pero…. ¿algún ricachón llegó a sus riquezas por bondadoso? Que esas sean las reglas de juego legales no quiere decir que no sean también mafiosas y depredadoras.

mculajay621@gmail.com