Con autorización de Editorial Praxis reproducimos un fragmento del libro Puntadas de escritor, compilación realizada por Carlos López.
Francisco de Quevedo
El poeta apostó con unos amigos de taberna que sería capaz de llamar coja a la reina Isabel de Borbón (esposa de Felipe iv) que padecía de cojera. Para lograrlo, buscó una rosa roja y un clavel blanco. Al ver a la reina, Quevedo le ofreció una flor: «Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja».
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Uno de tantos maridos agraviados se presentó en la casa de Quevedo con un permiso real firmado, por el cual el rey autorizaba a que ese hombre defecara en la alfombra de su casa. El poeta pidió leer el permiso real antes de que le ensuciaran la alfombra y, a continuación, le dijo al marido agraviado: «No puedo oponerme a la voluntad del rey, pero ved que aquí no dice nada de orinar. De manera que permitiré que cague, pero si echa un mínimo chorro de orina en mi alfombra, llamaré al alguacil para que lo pongan a buen recaudo mientras solicito del juez una indemnización por su acción».
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«Los ojos pequeños tienen niñas; los grandes, mozas».
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En uno de sus poemas, Quevedo narra la boda de unos esclavos:
«Ella esclava y él esclavo que quiere hincársele enmedio».
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Puntadas de escritor, editado por Editorial Praxis, de próxima aparición.
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