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Promotores del miedo y la impunidad

Santos Barrientos
santosbarrientos3@gmail.com

Los derechos humanos instituidos en los años 1948 y 1976 se han quedado reducidos al derecho de la impunidad. En estos días se vive en Guatemala tiempos de histeria de la inseguridad, al impune matonismo de siempre se agrega el pánico de los asaltos y a los secuestros. Estamos en una cultura que te roba la libertad para luego vendértela, la libertad se ha reducido al encierro en cuatro paredes, la libertad es pregonada por el mismo sistema que te la prohíbe.

El miedo campea por las calles y la impunidad es promotora del subdesarrollo, nuestra libertad está secuestrada en manos asesinas  y la impunidad está expuesta a la intemperie, tal cual, se ha tornado muy normal. Nuestro país todavía sigue enfermo de la corrupción y nuestro Estado de Derecho la perpetúa, la percepción de la corrupción en Guatemala no ha mejorado, sigue teniendo la misma calificación que en 2015; en el puesto 136 de 176 países evaluados se encuentra Guatemala con una puntuación de 28 según la evaluación realizada por la organización de Transparencia Internacional. Esta evaluación dista de la siguiente manera: un país que se acerca a 0 es muy corrupto y un país que está en el margen de 100 es limpio.

En este siglo donde las cosas importan cada vez más y las personas menos, donde se venden las ideas y quedan desechadas en el baúl de los recuerdos, el suplicio de los pobres queda envuelto en sueños y cada vez surgen más políticos vendiendo promesas que se tragan los pobres.

Esta modernidad avasallante lleva siglos enseñando un solo elemento: obedecer, se nos enseña a obedecer en los salones de clases que tienen cierto parecimiento a un encierro social, donde lo único que se debe aprender es a tener miedo y al silencio, debes repetir como loro conceptos de un fundamentalismo cuajado en la cultura formal, ese tipo de cultura que te roba la palabra y te roba la memoria.

La impunidad y el miedo tienen algo en común y es que yuxtaponen la libertad en una licuadora. Estamos expuestos al miedo cuando se teme a perder un trabajo y ¿Quién no teme perder el trabajo que le da sustento? Pero ¿no es acaso el mismo sistema que debe crear fuentes de empleo? Todos los indicadores sociales apuntan al abismo, la tasa de desempleo es apabullante, la pobreza es un acto inhumano y la corrupción se ha tornado tan normal que carece de sentido contrario. El miedo y la impunidad andan de la mano y hacen las veces de ser necesarias para el sometimiento de una sociedad. Mientras tanto en nuestra sociedad no es mucha la gente que nace con esa incomoda glándula llamada conciencia.

Resulta necesario escurrir el bálsamo de la conciencia a más personas y tornar el país hacia el rumbo que se merece; la política con lo social va de la mano. El desarrollo de nuestro país pende de dos áreas: de la sociedad y de la política, ésta última tiene un poco más de peso en la balanza, por eso es importante el apoyo de todos los que componemos este país.

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Santos Barrientos
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