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¡Presidente renuncie!

Irmalicia Velásquez Nimatuj

La muerte por calcinamiento y asfixia de 37 niñas y adolescentes en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción es un crimen de Estado y el responsable es el presidente Jimmy Morales y su esposa Patricia de Morales, quien de acuerdo a sus funciones le corresponde como Primera Dama de la Nación, dirigir la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia y bajo esta institución opera este Hogar. La cadena de mando es clara, ambos actuaron negligentemente.

Con este crimen Guatemala regresa a la época de la guerra, a la década de 1980, cuando era común que los desplazados y excluidos de la ciudad y del campo, que demandaban a las autoridades atender sus peticiones, fueran recibidos con violencia como una forma de sentar precedentes para que nadie intentara levantar la voz y demandar derechos. Lo ocurrido el miércoles no es la primera quema de seres humanos encerrados bajo llave.

Este asesinato colectivo por incapacidad técnica muestra a Guatemala y a la comunidad mundial que no puede seguirse como barca sin rumbo, sin dirección clara, humana y técnica. Las constantes denuncias sobre vejámenes que se ejecutaban en ese Hogar fueron sistemáticamente ignoradas por múltiples autoridades. Guatemala tiene en la presidencia a un hombre sin experiencia gubernamental. Un comediante que no puede administrar un país, que no posee los requisitos y cualidades indispensables para que opere la burocracia estatal y que las instituciones coordinadamente muevan los engranajes para que el Estado funcione para todos y no solo para la elite económica, política, militar o emergente.

Estas niñas provienen de sectores olvidados, marginalizados y criminalizados de la capital y del interior. Representan a un grupo que nadie quiere ver y menos escuchar. Allí están sus madres, en pocos casos sus padres, o algún miembro de sus familias evidenciando que son el despojo de lo producido por una sociedad egoísta, materialista y corrupta que ha abandonado una de las herencias más hermosas que una mujer puede dejar al mundo: sus hijas e hijos.

¿Que hacían estas niñas en este centro? ¿Qué condiciones de la sociedad actual, conservadora e hipócrita, las condujeron hasta allí?

¡Presidente renuncie!

¡Castigo para todos los responsables de este crimen!

¡Justicia para las familias!

…son el despojo de lo producido por una sociedad egoísta, materialista y corrupta que ha abandonado una de las herencias más hermosas que una mujer puede dejar al mundo: sus hijas e hijos.

Fuente: [www.elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Irma Alicia Velásquez Nimatuj