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Mario Roberto Morales

A la posmodernidad económica se le llama neoliberalismo. Y el neoliberalismo es un capitalismo antiliberal porque en lugar de prohibir los monopolios y fomentar la productividad física (como propone el liberalismo), centra la acumulación de capital en los monopolios (no ponderando la productividad física, sino) estimulando la especulación financiera y la fabricación de armas y de medicamentos químicos (que al curar enferman y despueblan), así como la extracción de minerales estratégicos, lo cual constituye la excusa para promover la condición básica para que se expanda el mercado global de la industria armamentista y energética: las guerras.

A la posmodernidad cultural se le llama multiculturalismo, y éste sirve para fragmentar la conciencia y la percepción de lo real en una humanidad manipulada por los medios masivos y la interconexión, a fin de crear referentes individualistas que preserven esa fragmentariedad, como ocurre con las reivindicaciones particulares que obvian la clase social (que es el elemento diferenciador que históricamente ha potenciado y potencia las dinámicas humanas), razón por la cual ahora las ciencias sociales repudian la totalidad como objeto de estudio y se centran en particularidades, fragmentando así la percepción de lo concreto para que la clase social se obvie y la gente pelee entre sí por diferencias específicas asumidas de modo culturalista y no estructural.

El resultado de la posmodernidad neoliberal culturalista es un poder hiperconcentrado en una oligarquía global que ya es menos del 0.8 por ciento de la humanidad y que controla el 75 por ciento de la riqueza planetaria, con lo que quita y pone gobiernos en el mundo usando el culturalismo para perpetrar golpes de Estado blandos, revoluciones de colores y luchas que son inocuas porque fingen oponerse a rubros empresariales altamente rentables. Es el caso de las luchas contra la corrupción, el narcotráfico y el terrorismo, con cuyo simulacro la masa vive la ilusión de que “participa en política”.

Esto lo logra el neoliberalismo usando tácticas separadoras como la oenegización culturalista (que anula el poder transformador de la lucha de clases), las desnacionalizaciones de la productividad y las migraciones (que uniformizan la cultura globalizando los consumos), los separatismos geopolíticos (que diezman en lo económico a las naciones), las ideologías de género (que hacen parte de políticas de despoblamiento y que nada tienen que ver con el feminismo y los derechos de la diversidad sexual), los esencialismos étnicos (que promueven superiorismos culturalistas), los fundamentalismos religiosos (que hacen a los creyentes matarse entre sí por Dios) y el entretenimiento banal (que nos distrae de todo presentándolo como espectáculo).

Así está el mundo.

Fuente: [www.mariorobertomorales.info]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Mario Roberto Morales
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