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I
Ayer cerré los ojos,
en la oscuridad me perdí,
recordé todos mis enojos,
cuando de mi tumba partí.
Fue en el silencio sepulcral
el lugar perfecto para soñar.
Fue en el bullicio mortal
el lugar perfecto para olvidar.
Ayer me despedí de tu mano,
cuando soltaste la flor
sobre el ataúd de mi destino,
rodeado por un dulce dolor.
Fue en el silencio sepulcral
en donde me puse a caminar.
Fue en el bullicio mortal,
el lugar perfecto para llorar.
Ayer lloraron por mi alma,
mientras algunos entonaron una canción,
algunas llegaron a perder la calma,
al ver sepultada su vana ilusión.
Mis ojos no vieron la luz,
se extraviaron en la oscuridad,
mis hombros nunca tuvieron cruz,
tu amor, tu amor fue vanidad.
Qué extraño es morir,
sentir como olvidas.
Es igual que escribir
a las ilusiones perdidas.
Fue en el silencio sepulcral
en donde me vi muerto.
Es en el bullicio infernal
en donde pagare al tiempo.
II
Los amigos le dirán
lo bueno que fue en vida.
Los familiares le recordarán
mientras otros me tienen envidia.
Los conocidos hablarán,
los desconocidos seguirán igual.
Un suspiro extrañara,
aquel amor de su pasado,
de su pasado mortal.
Sobre el ataúd hay dolor,
lágrimas y mucho amor.
Las flores no tienen color
ante la partida de ese amor.
Su vida fue una aventura,
su muerte fue una tragedia,
dicen que fue una bala perdida
la culpable de su sepultura.

Son tiempos de muerte,
donde nada es ya inocente.
Los niños juegan contra la suerte,
al final, serán personas indecentes.
Nuestros valores han caducado,
están al lado, son sepultados.
Todos hemos extraviado
la lucha por un amor soñado.
Los conocidos mirarán,
como cae mi ataúd a la tierra.
Los desconocidos suspirarán,
por aquel olor extraño a mirra.
En el ataúd, va el dolor,
de la viuda que no para de llorar,
es extraño el poder ponerse a pensar
que se ha quedado sola, en este mar.

III
En el ataúd, va su amor,
vestido de negro color.
En el ataúd, va su ilusión,
por fin, le ha destrozado el corazón.
Pareciera que fue ayer,
cuando él la tomo de la mano,
en un beso sellaron su querer,
en un beso consumaron el destino.

Es en el momento mágico del ayer,
cuando los dos disfrutaron del mar,
se perdieron en vuelo al emprender
un camino directo a soñar.
En el ataúd, va el dueño de sus miradas,
el hombre perfecto, que pareció ser el indicado.
En el ataúd, descansa ese hombre soñado,
el mismo que inicio un exilio al pasado.
Al estar muerto,
se renace en la nostalgia,
es como la mirada del tuerto
que nos vuelve a llenar de magia.
Esa mujer ha cambiado su mirar,
de mujer amada, pasó a ser abandonada.
Esa mujer ha cambiado su soñar,
regreso a la tierra como la viuda olvidada.
Los ojos que la hacían temblar,
se han cerrado por siempre.
Los labios que la hacían suspirar,
le negaron desde hoy aquel besar.
La viuda, es su titulo para vivir,
de ella no nace ni un pobre suspiro.
Aquella amiga, es razón de mí escribir,
la mujer en la que inspiro
la historia de un sepelio,
de un olvidado mortal.

IV
Como lloran esos niños
al lado del muerto.
Suspiran por sus sueños
que la muerte ha mutilado.
Lloran por haber nacido,
por haber venido al mundo.
Ellos serán ahora olvidados
ya que el padre ha sido sepultado.
Participaron en el sepelio,
desde lejos, no llevaron flores.
Ahora solo guardan rencores
porque nunca tuvieron amores.
No saben que es el sol,
no saben que es el amor.
Ellos nunca corearon un gol
ya que nunca tuvieron color.
Esos niños, que ahora son olvidados,
son sueños del muerto sepultado.
Son sus ilusiones del pasado
que nunca pudo llevar a cabo.
Pasaron a un doloroso olvido,
ya que nadie los podrá conocer.
El ataúd guarda un peregrino
que solo cumplió, con amar a su mujer.

Se comprometió a vivir,
pero murió en la tarde,
ya no volverá a escribir,
no tiene sentido morir.

V
Las flores
quedaran olvidadas.
Las lágrimas
se secaran al alba.
El dolor
morirá en el pasado.
Los sueños
quedaran sepultados.
El dolor
morirá con el amanecer.
La alegría
tratara de volver a vencer.
El entierro
culminara al atardecer.
La viuda
aborrecerá aquel querer.
La flor
se secara con el ayer.
El muerto
será honrado al amanecer.
Los hijos
lloraran no haber nacido.
Los nietos
no conocerán el olvido.
Los nietos
ni siquiera serán soñados.
El amor
quedara incorrupto
con el paso del tiempo,
del tiempo atrasado.

VI
Iniciarán una novena,
donde rezarán a Dios,
por el alma que se estrena
en medio de dos sitios.
Las lloronas
cumplirán con llorar.
La viuda
no podrá olvidar.
El muerto debe sonreír,
mientras otro cuenta
la historia que no pudo escribir.
Terminaran la novena,
los ojos de la viuda
no dejan de llorar.
Ella ya no tiene suspirar.
El rosario
se rezara con fervor,
para salvar
el alma del pecador.
Mientras el altar
porta al crucificado,
a sus pies deben rezar
aquellos que no me han olvidado.
VII
Por si visitas mi tumba,
lleva un nuevo verso.
No me hables de la luna
ni de nuestros besos.
Por si visitas mi tumba,
olvida llevar flores,
seca las lagrimas
y no recuerdes mis errores.
Por si visitas mi tumba,
recuerda mis sonrisas,
olvida mi agonía
y siente por mí, alegría.
Cuando llegues a mi tumba,
recuérdame de tu mirada.
Convénceme de que eras mi amada,
luego no parezcas desesperada.

Por si visitas mi tumba,
quédate conmigo, a mi lado.
Sentirás en el aire, mis brazos,
que te dirán, cuanto te he amado.
Por si visitas mi tumba,
no vayas a llorar,
no creas que no haya sufrido
al ver a mi amor suspirar.
Por si visitas mi tumba,
recuerda que te espero.
Por si visitas mi tumba,
recuerdo que te anhelo.

VIII
Recuerda
cuanto te ame.
Olvida
cuanto suspire.
Recuerda
cuanto pude escribir.
Olvida…
cuando me quede callado.
Recuerda
mis mentirosos consejos.
Olvida
nuestros orgullosos enojos.

Recuerda
el verso y mi flor.
Olvida…
la hoja y el dolor.
Recuerda
la sombra de mi vida.
Olvida
mis vinos y la viña.
Recuerda
cada letra que escribí.
Olvida…
cuando me enamore de ti.
Recuerda
cada momento de tensión.
Olvida…
olvida a mi corazón.
Recuerda
que fui bueno y malo.
Olvida
la imagen de santo profano.
Recuerda
mi amor por tu mirada.
Recuerda…
mi pasión desventurada.
Recuerda
al que guardas en el cajón.
Olvida….
el cadáver, por favor corazón.

Tercer Lugar, concurso de poesía y cuento, Juan Fernando Cifuentes 2010
Organizado por la Universidad Rafael Landívar

 

Eleázar Adolfo Molina Muñoz