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Es urgente tomar acciones colectivas para frenar esta contradicción en el ejercicio del poder político nacional.

Irma A. Velásquez Nimatuj

La Secretaría Presidencial de la Mujer, Seprem, que es la “la entidad asesora y coordinadora de políticas públicas para promover el desarrollo integral de las mujeres guatemaltecas”, sigue acéfala. El presidente Alejandro Giammattei, cuando asumió el cargo amenazó con desaparecerla. Frente a la política indiferente del presidente de no apoyar los derechos de las mujeres se esconden varios intereses, mencionaré dos.

Primero, las diversas organizaciones de mujeres están tomando cada vez más ímpetu en diferentes espacios y rincones del país. La voz de las mujeres se escucha con autoridad en las aldeas más lejanas, en q’eqchi’, q’anjob’al, achi, español y otros idiomas. Con conciencia cada vez más clara de sus historias, aportes y responsabilidades las mujeres son una fuerza poblacional, política y económica que definirá, en el futuro cercano, los destinos de naciones pequeñas, reprimidas y marginadas como Guatemala. Esto lo sabe Giammattei y la elite económica y militar, que él representa, por eso, en un intento por detener la historia empujan leyes como la de ONG’s o se desatienden de instituciones como la Seprem, Demi, entre otras. Buscando asfixiarlas lentamente para que perezcan.

Y segundo, los hombres están perdiendo cada vez más legitimidad en espacios públicos –en los privados casi lo han perdido– al evidenciar que la fuerza que sostiene a los hogares son las mujeres. Y en países, con doble moral, como Guatemala los hombres de las elites y los que están en posiciones de poder, quieren evitar, a todo costo, que los derechos de las mujeres se materialicen en la vida diaria a lo ancho y largo del país, porque eso, se traducirá en el fin de la hegemonía de su poder político, desigual y explotativo en casi todas las áreas de la vida.

Frente a esta realidad indetenible, las mujeres diversas de Guatemala no podemos seguir permitiendo que hombres machistas, misóginos, gritones, con ínfulas de encomenderos, que son quienes están al frente de este gobierno, decidan si las instancias rectoras de los derechos de las mujeres a nivel nacional, viven o mueren. Es urgente tomar acciones colectivas para frenar esta contradicción en el ejercicio del poder político nacional.

¡El paternalismo político masculino debe morir!

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Irma Alicia Velásquez Nimatuj