¿Por qué no existe oposición política en Guatemala?
Manuel R Villacorta O.
Los guatemaltecos estamos viviendo la peor época de nuestra historia. Los índices de pobreza no tienen comparación, la violencia está totalmente fuera del control público y las instituciones del Estado sufren la más grave erosión, pérdida de confianza e ineficiencia. Hay desesperación y la pregunta más común es ¿qué podemos hacer para enfrentar esta aguda crisis?
Hay dos vertientes para actuar. Una de ellas es la relacionada con las actividades de la sociedad civil y sus diversas organizaciones. Y la otra, la oposición política al gobierno de turno y el partido oficial. Esa oposición, tanto la que pueden desplegar la sociedad civil como los partidos políticos de oposición no debe ir por la vía de desestabilizar al gobierno, debe orientarse a criticar todo aquello que el gobierno esté haciendo inadecuadamente para presentar a cambio propuestas de acción. Es decir, protesta con propuesta. Especialmente teniendo un gobierno como el actual, que carece por completo de plan de gobierno y mucho menos de políticas públicas.
La oposición política es parte de la cultura política de una sociedad. En todo Estado la crisis y las contradicciones así como el conflicto, están presentes siempre. Y tanto las crisis, las contradicciones y el conflicto deben atenderse para buscar soluciones negociadas, en un proceso en donde los actores no siempre estarán plenamente satisfechos con los resultados, pero en donde se busca que prevalezca el interés colectivo.
En los países desarrollados asombra como miembros de un mismo partido -por ejemplo los diputados- interpelan a ministros de la misma orientación política, un caso típico es España, en donde un diputado del PSOE puede y en su caso debe, llamar a presencia parlamentaria a cualquier funcionario público para cuestionar una determinada actuación. Generalmente estos debates entre miembros de un mismo partido, terminan fortaleciendo a la institución. Es decir que no se tiene miedo al debate, a la discusión, al desacuerdo temporal. Porque todos saben que finalmente se impondrá la razón, y en donde permanentemente lo que le importa al partido es cuidar el interés del elector, no solo aquel que simpatiza con el partido sino, también interesa la simpatía de los electores ligados a los partidos de oposición.
En Guatemala obviamente nuestro sistema político –si puede llamarse así- no incluye ese proceso de oposición. Generalmente los gobiernos ejercen el poder sin cuestionamientos serios, sin revocatorias de mandatos, sin fiscalización. Y es esto lo que explica por qué en Guatemala es tan fácil ejercitar la corrupción. Es fácil enriquecerse escandalosamente en muy poco tiempo: no hay controles y el control que debería de ejercer la oposición no existe, finalmente en casi todos los casos, gobierno y oposición se benefician a partir de negociaciones generalmente ocultas, dejando a la ciudadanía frustrada y burlada. Ejemplos sobran pero el más dramático e inaudito fue la forma de como el partido oficial FCN-Nación, compró a decenas de diputados que vendieron su puesto público al mejor postor, evidenciando la degradación de la política en Guatemala.
Mientras persista ese modelo deforme, mientras la oposición sea una verdadera caricatura que solo satisface objetivos mediáticos con interpelaciones oficiosas por ejemplo, el descrédito, el agotamiento y el colapso de nuestro modelo será inevitable. Por ejemplo ¿En dónde están los ex candidatos presidenciales ahora? Hibernando, esperando un nuevo proceso electoral para implementar al mejor tipo romano, ese circo cíclico que termina con el artificialmente apuntalado rito electoral. En Guatemala no hay oposición política, la oposición ahora sólo se hacer desde una cátedra, desde un medio de comunicación, desde una manifestación pública, y eso no puede criticarse, pero la verdadera oposición debe ser política, pero la sociedad no posee verdaderos representantes en los órganos del Estado, esas instancias han sido cooptadas por una nebulosa mafia que se resiste a entregar el poder.
…en Guatemala es tan fácil ejercitar la corrupción. Es fácil enriquecerse escandalosamente en muy poco tiempo: no hay controles y el control que debería de ejercer la oposición no existe, finalmente en casi todos los casos, gobierno y oposición se benefician a partir de negociaciones generalmente ocultas, dejando a la ciudadanía frustrada y burlada.
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