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¿Por qué defender la educación?

María Luisa Morales

La lucha y movimientos estudiantiles en Europa y América Latina siempre responden a esta pregunta con acciones masivas abiertamente críticas y desafiantes de la empecinada política educativa impuesta desde el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para «modernizar y hacer más eficientes» los sistemas educativos nacionales.

Detrás de la educación están las creencias, los valores, el acceso al conocimiento y los fundamentos de la ciencia y el arte, que permiten desarrollar el conocimiento humano en todas sus expresiones culturales, sociales, políticas, económicas y éticas de los individuos frente a la sociedad y frente al mundo.

Millones de niños y niñas quedan sin escuela, fuera de la educación básica. Esto representa una verdadera tragedia para nuestros países y un despilfarro imperdonable para la humanidad, un atentado contra las aspiraciones democráticas.

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El entender que niños y jóvenes sin escuela son presa fácil de la violencia y el engaño nos ayudará a identificar los niveles más tempranos en que inicia la dictadura perfecta. Este tiempo robado a nuestros niños y niñas, tiempo de rabia y dolor, los hace frecuentemente víctimas de abusos y propensos al engaño fácil.

¿Por qué defender la educación? Por la importancia de reforzar la educación para prevenir y abatir conductas de riesgo, entre ellas las adicciones y conductas sexuales no responsables.

Es necesario impulsar un cambio cultural que privilegie el esfuerzo de muchos sectores, públicos y privados, para afectar positivamente la vida de la familia en los hogares, en los lugares de trabajo y en las escuelas, para que la comunidad enfrente con mejores herramientas, individuales y colectivas, situaciones que afecten el bienestar de todos los estudiantes.

Estoy triste, muy triste, porque no pude ver a mi país libre, democrático y justo. La aspiración democrática no se puede sepultar, los jóvenes la mantendrán viva y más temprano que tarde la harán florecer.

Señores personeros del capitalismo, políticos, empresarios de rapiña y medios de comunicación vendidos, jueces, magistrados, líderes corruptos, los jóvenes están ya hartos de ustedes. Son ellos los llamados a cambiar el rumbo de la historia y podrán ver con orgullo a sus abuelos, sus padres, sus hermanos, y llegado el momento, a sus hijos. ¿Con qué orgullo ven ustedes, escoria, a sus hijos, aunque tengan repletos sus bolsillos de riqueza mal habida? Algún día ellos también los repudiarán.

Jóvenes, en ustedes está la esperanza. Nos inundaremos de nuevas y creativas formas de lucha, los más viejos siempre estaremos con ustedes. La imposición de esta cultura individualista no pasará. Los niños y niñas merecen disfrutar del pan bueno y el agua clara de nuestros países.