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Por montones es mejor negocio

Como todo en las actividades gubernamentales, los regalos típicos y los chistes del actor presidente no pueden hacer falta. No todos los días, es cierto, se tiene un público disciplinado de más de 5 000 personas. Con públicos así se tiene la certeza del aplauso efusivo, de la sonrisa fácil, y la seguridad de que nadie expresará una sola palabra de crítica, comentario u oposición.

Virgilio Álvarez Aragón

En el Domo, allí donde hace casi seis años Pérez Molina recibió la banda presidencial rodeado de los suyos para celebrar la llegada de un período de «éxitos y beneficios», el magisterio organizado realizó su fiesta de comunión y pacto con el actual régimen, bendecido, claro está, por el rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC) y por las autoridades educativas.

Por distintas razones, el evento resultó emocionante para los participantes. Y esto es lo que con cuidado y sin pasiones debemos analizar. Para los esforzados maestros que siguen las reglas impuestas por los distintos poderes —gubernamental, sindical y económico— e imaginan que con su esfuerzo mejoran su formación y aseguran un pequeño incremento en sus remuneraciones, el evento resultaba el cierre de una época, el logro de un empeño. Los más de 5 000 maestros que esta vez recibieron su diploma, como desde 2011 lo hicieron otros 12 000, participan en sus grupos de actualización durante dos años, apoyados por monitores que a su vez son capacitados por docentes locales, en su mayoría vinculados de una u otra forma a las redes de electores de los directores de la Escuela de Formación de Profesores de Enseñanza Media (Efpem) o del decano de Humanidades de la USAC. Fue la disputa por el control de los recursos del Programa Académico de Desarrollo Profesional Docente (Padep) lo que entre otras cosas produjo el enfrentamiento entre ambos bandos y la separación de la Efpem de Humanidades.

Los recursos financieros son enormes y en general aportados por la cooperación internacional, lo que permite tener controles de manejo y administración mucho más laxos. El actual ministro fue el negociador de esta propuesta por parte de la Efpem desde los tiempos de María del Carmen Aceña, cuya administración, a pesar de las advertencias, insistió en cerrar la propuesta porque así lo pedían la cooperación internacional y el sindicato.

De nada valieron las observaciones de que los programas masivos apenas si mejoran mínimamente los aprendizajes, de que esfuerzos como estos deberían hacerse fundamentalmente con los maestros más jóvenes y alejados de las ciudades y, lo más importante, de que, en lugar de sabaditos alegres para unos y tortuosos para muchos, se invirtiera en procesos intensivos, de dedicación exclusiva, y con un claro marco de mejora sustantiva de los aprendizajes de los alumnos, lo que obligaba a evaluaciones serias y profundas de los conocimientos y las prácticas pedagógicas de los docentes, así como de los resultados de sus alumnos. Docentes universitarios de otras latitudes eran indispensables, así como la contratación de interinos, en tanto los docentes se formaban. El esfuerzo podría haberse realizado si en lugar de depender de una agencia de cooperación internacional se hubiese construido una canasta de cooperantes, tal como ya se hace en África con el liderazgo de la cooperación canadiense y noruega. Si tan solo, en lugar de dejarlo bajo el control sindical, el programa hubiese estado totalmente en manos de una normal superior independiente y autónoma, alejada tanto de los los vicios corporativos de la Efpem y de Humanidades como de las manipulaciones sindicales. Y si tan solo el Ministerio de Educación (Mineduc) hubiese no solo transparentado la propuesta, sino también se hubiese comprometido en su realización con los otros poderes, en especial con el Legislativo, de manera que estuviese respaldado por decretos legislativos y por simples acuerdos ministeriales.

Evidentemente, esto orientaba a un cambio abrupto en las relaciones entre el Ejecutivo, el Legislativo y los poderes económico y sindical, que ni el gobierno de la GANA ni el de la UNE quisieron enfrentar, mucho menos el grupo patriota. Todo ello, porque al final de cuentas no es la formación efectiva y eficiente de los niños lo que está en el tapete, sino la mejora de las remuneraciones de los docentes y la aquiescencia de la cúpula sindical.

Porque este es el gran triunfo de la dirigencia sindical: haber podido poner de su lado al entonces director de la Efpem, ahora ministro de Educación, y ofrecer un programa que, si bien sacrifica al maestro, no modifica en casi nada las prácticas en el aula. De las evaluaciones de las primeras cohortes de egresados se puede tener la evidencia de que el esfuerzo apenas si podrá impactar en mejoras sustantivas en los aprendizajes.

De esa cuenta, si el jefe sindical Acevedo y el ministro López tenían para celebrar que su pacto no solo les ha redituado poder, sino que los ha consolidado, el rector Alvarado consigue, en ambos, aliados efectivos para las próximas reelecciones. La cooperación internacional podrá decir que apoyó en la formación de miles de maestros, aunque esta no se traduzca en evidentes mejoras en los aprendizajes de los niños. El presidente Morales tuvo su fiesta y, como buen populista de derecha, ofreció plazas y sueldos como quien promete dulces en piñatas infantiles. Y todos hablaron del maestro sacrificado, del heroico, pero ninguno se refirió a inversión efectiva y urgente en la mejora de la red de edificios escolares, en mejores condiciones para que el sujeto más importante del proceso (el alumno) obtenga aprendizajes de calidad. ¿Ampliación significativa de la cobertura? ¡Ay! Fíjese que eso no se puede. ¿Construcción de pensamiento crítico y propositivo? ¡Ay! Eso huele a comunismo y allí todos eran antitodo.

La nota cursi del evento, porque en todo evento presidencial deben haber alguna, la puso la proyección, más que entonación masiva, de la poco conocida canción de Domingo Orellana Maestro camina, elevada al grado de himno del maestro, en sustitución del tradicional y poético canto de la maestra Luz Valle, con música de don Adrián Orantes. Ahora ser maestro no es «llamar a los hombres hermanos y llenar de grandeza la vida», sino el que va a encontrar «niños tan nobles, de carita triste, color de mi tierra».

Todo ello, porque al final de cuentas no es la formación efectiva y eficiente de los niños lo que está en el tapete, sino la mejora de las remuneraciones de los docentes y la aquiescencia de la cúpula sindical.

Fuente: [https://www.plazapublica.com.gt/content/por-montones-es-mejor-negocio]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Virgilio Álvarez Aragón