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SÓLO ESPERABA SEGUIR DE PIE Y ESCRIBIR, PARA NO DETENERME *

“Salve, diosa de arqueadas cejas, dulce como la miel concédeme que alcance la victoria en este certamen y da gracia a mi canto. Y yo me acordaré de ti y de otro canto.”[1]

HOMERO

No le pedí al cielo las victorias del mar cuando se despierta en perfume de originalidad marina. Cuando he deseado conquistar los estertores de la fugacidad, he destruido mis armas temporales, es decir, mis anteojos, mi reloj y mi espejo; pero he crecido perdiendo ambiciones inútiles y encontrando las indispensables, como te ambiciono a ti. Si el lenguaje un día en mis manos se vuelve oro, pero no hablo del dinero, te lo explico mejor, si fuera más valioso que lo más valioso, después de ti claro, tendríamos con qué edificar esas instalaciones sublunares de tus pupilas. Me gusta lo que dices con tus manos y no lo escribes porque es un secreto puro y humano. Sé que vas a estar  en la noche cuando ya nunca vuelva a hablar con los labios y seco completamente de la garganta, sólo respire la oscuridad del vacío, la inmensidad del espacio, cuántos escorpiones hechos de vapor en mis manos, nadie quiere acercarse a ellos, nadie quiere tocarlos. Esa será tu herencia mis pequeños ángeles venenosos, bondadosos lectores de biblioteca pública cerrada. Hacia ti puse el río del sol para no desperdiciar la luz en los árboles derribados por la navidad. En ti establecí la prisión donde ANANKE permanece en cautiverio para no hacerle daño a nadie y nos permite convertir las noches en hojas de yerbabuena incendiadas como señales de la vida permaneciendo indiferentes ante los metódicos críticos de su propio egocentrismo. !Algo más sorpresivo y maravilloso cuando tu me besas! !Bésame los oídos! Sólo deseo escuchar libre,  lejana, en los altares del invierno, el licor ardiente del viento. Fundo los océanos cálidos de tu espalda en los desiertos del tiempo, hace siglos, hace demasiado dolor desde que olvidé, desde que tú eras la respuesta y aún no te tenía en frente. !Basta de hacer artificial a la poesía! Desnudo nací con mi poema, desnudo te lo dí, llega tí digno y orgulloso porque este amor le da más valentía que vergüenza. Así se presenta, como eres tú, su complementos preciso para mantenerse vivo después de que la historia juzgue la desaparición de las catedrales digitales. Encontré la euforia de las mejores enfermedades que investiga la psicología estoy enamorado de toda tu formación delicada en la seda de las sombras, sombras definidas por la perfección molecular de la transparencia. Sigo creyendo que hoy he vengado todas mis desgracias al sentir tu ternura. Y hoy soy fuerte por ti porque no eres mía completamente, porque eres tú quien te pertenece, y así me haces más fuerte dos veces. Sinceramente dudarías de los sucesos, de los viajes, de las geografías líquidas derramadas en las habitaciones de mi memoria, cuando pretendía dejar en la humedad de los caminos agrestes de los caseríos una chispa más grande que la del ocote cuando reverbera para hacer fuego. Y aunque dudarás de esas cosas que pasaron y son incienso en mis cigarrillos, no puedo negarlo, contigo hoy nace mi segunda vida, la vida del que fue el más dormido. Nadie es tan grande que de una zancadilla no lo baje un ciego, el amor me hizo romperme el rostro en ocasiones anteriores, me ensenó a respetarlo. Tú sabes, la madurez es mucho más complicada que sólo pagar las facturas, eso se hace desde menos edad, lo vemos en nuestra latinoamérica. Madurar antes, madurar después, todas las esencias se endulzan con la hiel. Pero no fue sino hasta ahora cuando pacté a sangre viva con la poesía, que apareces permaneces sigues en las aguas y levantas mis palabras por los elevadores de la intensidad. No le pedí al cielo las victorias del mar cuando despierta, ni ser nacionalista a morir, ni ver a nuestra selección en un mundial de Fútbol —porque eso va a pasar–, ni mi propia inmortalidad, sólo esperaba seguir de pie y escribir, tener la fuerza para no detenerme. Creo que por eso me presentó ante ti. Para ser realmente grande ¡sorprendente! ¡sólo junto a ti!

Guatemala, 2001.


[1] “A AFRODITA” de CANTOS HOMÉRICOS, en “LA ILÍADA [II]”. Homero. Biblioteca Clásica Contemporánea No. 313. Editorial Losada, 1968. Pp.243.

*Poema que corresponde al libro (inédito) PLAZA CONTINENTE (2001) del autor.

Mauricio Estanislao Lopez Castellanos
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