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MI FLACA

ADOLFO CARDENAL.
Eleázar Adolfo Molina Muñoz

I
Escribo esta cobarde carta de despedida,
se perfectamente que nunca la llegaras a leer,
es una canción, plagada de falsa melancolía,
a alguien que fue una dulce e inocente mujer.

He guardado mucho tiempo este mortal silencio,
no se cómo he podido sin ella caminar,
quizás sea porque ella fue un dulce incienso
que llegó a mi vida una tarde singular.

Mi flaca era una burla a lo que buscaba,
fue el mal chiste que me hizo reír,
pero fue su forma de ser lo que amaba,
ahora, ahora sólo recuerdos puedo escribir.

Escribo esta patética carta de despedida,
sentado en la celda veinte y ocho de la libertad,
custodiado por el guardián de sueños incomprendidos
y consolado por alguien llamada Soledad.

He guardado mucho tiempo sus cartas de amor,
tesoro maldito de mi cajón, aroma dulce del pasado.
Tengo mucho tiempo en que no he regalado una flor
y mi mano escribe miles de versos plagados de dolor.

Mi flaca, mi flaca me pidió que la amara para siempre,
me pidió ser un vicioso empedernido de sus besos,
pero ahora es sólo el recuerdo de un pasado presente
que vuelve a nacer al escribir estos versos.

II

Mi flaca era una hermosa mentira de belleza,
inigualable para estos ojos llenos de ceguera,
era hermosa y tierna como una cereza
que se coloca como corona de un helado.

Su cintura fue el reino donde gobernaron mis manos,
sus ojos fueron el más bello y mortal mar;
sin embargo fue bueno todo lo que pasamos
y esos hechos alimentaron la fogata de nuestro amar.

Su mirada era la más potente razón para vivir,
lagunas interminables de ternura inocente,
eran aquellos grandes ojos, razón perfecta para escribir
las razones por las cuales la extraña este caminante.

Mi flaca era una niña hermosa de pelo negro,
de piel clara, de sonrisa hermosa, era ella.
Era una luz blanca en un mundo negro
y una hermosa tentación, poderosa como una centella.

Sus piernas fueron hermosas praderas donde jugaron mis besos,
sus brazos fueron el nido perfecto de un ave de paso,
su adiós, mi abandono, fue el motivo de los versos
que nacieron una tarde de abril, hijos de un corazón roto.

Su corazón fue el primer en sentir amor verdadero,
en enamorarse de este loco y duro peregrino,
pero su amor, su amor no cumplió el bello juramento
que hace escribir estos versos que se ríen del destino.

III

Mi flaca era una mujer celosa y posesiva,
cual fiera de la selva, su amor defendía,
sus sentimientos eran fuertes, sus caderas divinas,
su amor fue por un momento mi alegría.

Era incapaz de hacerme daño y sin  embargo lo hacía,
su sonrisa inocente, ocultaba sus deseos perversos,
era una musa inocente, pero qué caliente se volvía
al sentir en su cuerpo los hijos de  mis labios, mis besos.

Para aquel que lee por primera vez uno de mis versos,
se dará cuenta que son cascadas de amor y melancolía,
sepa usted desconocido amigo, que son fruto de los besos,
que me dieron, me negaron, que nunca conocieron la plusvalía.

Mi flaca se veía increíble con negra lencería,
cintura ajustada a su figura, calor corporal inexplicable,
era hermoso ver el contoneo de su angelical figura,
sus piernas, sus piernas eran mi deseo y calentura.

Era capaz de hacerme locamente feliz y así lo hacía,
sus miradas perversas eran poderosas bombas a mi corazón,
era una musa a la que le debo los versos que no existían,
pues en aquel entonces, el poeta no conocía su don.

Sepa usted lo hermosa que era aquella princesa,
sin reino que esperar, sin castillo, sin dragones,
era inocente como una niña, deliciosa y ansiosa,
sepa usted que la felicidad reino en nuestros corazones.

IV

Necesitaba por vez primera escribir estos versos,
estoy seguro que los cuerdos los juzgan de locos,
pero deben saber esos jueces que extraño sus besos
y que sus razones son espejos de sus sentimientos.

Son jueces sin moral que no entienden de mi amor,
que no conocen la forma de mi amar,
ellos no cargaron esos días que goce con dolor,
ya que mi flaca era de mi barco el mar.

En este mundo todos son sabios de amores,
son consejeros mentirosos de sus propias experiencias,
son jueces sin juzgados, sin procesos ni acusados,
son doctores que curan corazones con malicia.

Mi corazón necesitaba poder hacer su grito,
ya que es extraño el no tenerla a ella,
ha pasado un año desde que me dejo solito,
pero le perdono, cual iluso encantado por ella.

Es mi hoja espejo de su suave piel,
es mi pluma, burla maldita de mis besos,
ya que en esta hoja derramo agridulce miel,
melancolía, besos y abrazos disfrazados de versos.

Estoy ejerciendo mi derecho natural de defensa,
pues es normal extrañar el recuerdo de un amor.
No hay intenciones de volver a caminar con la princesa,
pero con sinceridad debo decir, qué hermoso fue su amor.

V

Aquellos días previos a su arribo,
mi vida estaba llena de la rutina,
de leer libros y escribir dictados,
que aburrido suena el tiempo que camina.

Algunos momentos me dominaba la vana matemática,
disfrazada de números, restas y multiplicaciones.
Desde el momento ambiguo de la lógica aritmética
me encerraba en mi alma a buscar explicaciones.

Horas y horas pasaba frente a los libros de historia,
descubriendo las traiciones de los héroes asesinos,
haciéndome el sordo al llamado de la ignorancia y su miseria,
recordando, recordando las mentiras y sus descuidos.

Aquellos días estaban plagados de caricaturas inocentes,
de sueños y juegos que cayeron al olvido,
no había necesidad de buscar futuros decentes,
ya que en ese entonces, la niñez tenia colorido.

En esos olvidados días, no valía nada el amor,
es cierto, tuve algunas amigas con derechos,
pero ellas, ellas nunca causaron algún dolor,
siempre le restaba importancia a esos desechos.

Aquellos días previos a su llegada,
mi flaca caminaba por la vida, en sus calles,
en su mente nunca paso ser mi amada
y en mi alma, no estaba preparado para su llegada.

VI

Aquella tarde de enero, estaba soleada,
ella llego hasta la casa de una amiga,
acompañada por sus amigas y su hermosa mirada,
mi flaca no contaba  con robarse mi corazón.

Mi corazón tenia aquel día la guardia baja,
mi alma estaba  en un desierto de soledad,
mi locura estaba  muerta, yo estaba cuerdo
y mi flaca, mi flaca se llevo mi soledad.

Mis errores no importaban, pues andaba en soledad,
mis virtudes eran ciegas ilusiones de un soñador,
su belleza se encontraba disfrazada de ansiedad,
cruel juego del destino, los dos sentimos amor.

Desde el primer momento en que la vi, la ame,
desde la primera vez que me hablo, su voz fue un arrullo,
cuando de  mi lado aquella tarde se fue,
mi alma sintió la necesidad de sus brazos, mi capullo.

Desde aquel día me hice esclavo de su amor,
me convertí en  prisionero de sus brazos,
mi mundo por ella tuvo hermoso color
y sacie mi sed de besos, en sus labios.

Ella nunca se imagino que se robó mi corazón,
se convirtió en ladrona de ilusiones,
pero me enamoro sin motivo y con razón
de estar en mi vida, dos primaveras y algunas estaciones.

VII

Aquella noche, con  ilusión singular,
mi corazón palpitaba por su mirada,
resulta loco el pensar que me enamore de su mirar,
y hoy, hoy no recuerdo el color de su mirada.

Aquella noche sin luna que contemplar,
mi alma debatía si aceptaba la valentía,
dejar de ser cobarde y luchar por su amar,
mi flaca en su cama tranquila dormía.

Recostado sobre mi cama, estaba asustado,
pues la flaca había impresionado mi corazón,
quería y lucharía por tenerla a mi lado,
hoy que estoy sin ella, me doy cuenta de la falsa ilusión.

Aquella noche de febrero, me invadió la locura,
valiente cobarde detrás de un tonto celular,
esa noche llame a la princesa, sin censura,
empecé a demostrarle lo tormentoso de mi mar.

Aquella noche supe que ella era especial,
pues en la plática me di cuenta de su moral,
aquella princesa, en sus palabras mostro decencia,
mientras yo, mientras yo soñaba con inocencia.

Aquella noche me adentre en su hermoso mar,
mientras mi barco abordaba, me deje enamorar,
sus ojos, que hoy he olvidado, me mostraron su mirar
lleno de dulzura, esperanza y soledad singular.

VIII

Entrar a su corazón fue una guerra sin armas,
fue una paz tormentosa de palabras,
fue jugar ajedrez con la soledad de ella,
su corazón fue la cueva donde reposan mis palabras.

Hablando, fui conociendo lo hermosa que era,
al imaginarla sonriendo por cada piropo, me ilusionaba,
parecía que el destino era una hermosa quimera,
que batallaba y mataba de los dos la soledad.

Mi flaca se fue enamorando de este hombre,
este hombre veía hacerse realidad la ilusión,
se morían los apodos para dar paso al nombre
del que se adueñaba de un hermoso corazón.

Un suspiro se escapa de mi corazón,
parece que aun escucho su alma reír,
mi alma por ella desecho la razón
que hoy me toca reciclar para escribir.

Su corazón poco a poco aniquilo el miedo,
mi valentía poco a poco asomo por la ventana,
mi alma preparaba la estadía a su lado,
y ella, ella se portaba como niña buena.

Entrar a su corazón fue un juego de amor,
mantenerse en él fue el reto del escritor,
al salir mi mundo se lleno de dolor
y ella, ella con otro decidió morir.

IX

Mi flaca pago las deudas de pasados dolores,
ella silenció mucho tiempo el reclamo vanidoso,
el idiota fue creando nuevos rencores
y ella, ella lloraba en silencio mis errores.

Yo despreciaba como cobarde todo su amor,
comparaba cada acto con un fantasma del pasado,
soy culpable maldito de todo su dolor,
mi flaca se trago los reclamos por estar a mi lado.

Mi flaca nunca perdió la esperanza de mi cambio,
en silencio aguardo durante mucho tiempo ese momento,
pero mis ojos no miraban el mar de dolor
y ella, ella poco a poco se fue aburriendo, con el tiempo.

Los detalles de cariño nunca llegaban a su corazón,
yo era un poeta maldito con el corazón roto,
ella, ella aguantaba cada desprecio a la ilusión,
pero su alma se estaba a mi lado atormentando.

Mi flaca una tarde decidió dejar de callar,
caprichoso reclamo, lleno de despecho y de verdad,
tenia que cambiar mi estúpida forma de amar,
ó mi flaca, mi flaca me condenaba a la soledad.

Como un perro arrepentido decidí por fin valorar,
apreciar cada detalle rebuscado detrás de un te quiero,
ella, ella se merecía a mi  lado volar
y yo, yo nunca merecí en ese momento, un te quiero de verdad.

X

Una tarde de marzo, el cobarde se volvió valiente,
con su hombría en algún lugar de la garganta,
llego hasta la casa de la flaca, como demente,
de su alma nacía una escuálida pregunta.

No hubo ningún plan detallado de aquella confesión,
las palabras y frases se formaron sin guion,
ella incomprendiendo lo que pasaba, escuchaba con atención
como mi corazón necesitaba todos los días de su amor.

Ahora recuerdo, era un nueve de marzo, por la tarde,
le dije sin una rosa que la quería no como amiga,
fue el primer leño de esta fogata que arde,
ahora no me importa lo que el juzgado diga.

Frio como pedazo de hielo una noche de invierno,
sereno como una fotografía perdida en un museo,
seguro, como el mar cuando acaricia la playa en verano,
así fue la confesión de amor, seguida por la duda.

Le pregunte si quería ser testigo de mí caminar,
si quería ser la fuente que escupía ilusión,
yo quería ganarme todo su dulce y  tierno amar,
sepa usted que la princesa me dejo con la duda, con razón.

No me quiso dar la respuesta en el momento,
pero su tal vez disfrazaba una ansiosa aceptación,
ella quiso esperar las notas académicas de su ilusión,
y yo me hacia el nuevo huésped de su corazón.

XI

Los días que espere el sí de su boca, fueron largos,
la ansiedad mataba la paciencia de mi corazón,
los años que pase gozando de su boca fueron cortos,
como un castillo de naipes al caer, así murió la ilusión.

Aquellos días, estaba impaciente como un león enjaulado,
me mordía los brazos para no abrazarla siempre,
frenaba mis ojos al verla pasar a mi lado,
mientras, ella se hacia un espacio en este hombre.

Las tardes dibujaban esperanza en los rayos del sol,
su pelo poco a poco se robo toda mi razón,
no me importaba quien era el anotador de un gol,
pues solo en ella pensaba, su ausencia era mi corazón.

Marzo trece, catorce, quince y dieciséis,
mi alma esperaba ansiosa el llamado de su corazón,
marzo veinticuatro, veinticinco,  veintiséis
al fin aquella tarde confirmo la realidad de la ilusión.

Recuerdo su voz, estaba marcada por la felicidad,
mi corazón bailaba en mi pecho como golondrina al volar.
Por fin me escapaba de la rutina de la soledad,
me esperaba un hermoso, desconocido y tierno mar.

Aquella tarde me dijo sí, si quiero ser tu novia,
aquella tarde empezó la aventura de nuestro amar,
aquella tarde mi cordura se volvió el más loco suspirar,
el poeta ya no era peregrino, anclo su barco en aquel mar.

XII

Los recuerdos de aquel lunes los debo atesorar,
sin embargo tuve que esperar el tiempo necesario
para poder sus labios besar.
Desde aquel lunes sus ojos fueron mi confesionario.

Fue un miércoles de una semana santa de abril,
aquella tarde después de inocentemente platicar,
los dos acordamos avanzar y tocar nuestros labios,
que delicioso era el sabor de su boca al besar.

Me declaro un melancólico empedernido de sus besos,
quizás porque sabía cómo entregar sus labios,
me arrepiento de no haber escrito antes estos versos,
porque ahora vuelvo a sentir el roce de sus labios.

Cada beso era una palabra disfrazada,
era un grito silencioso de necesidad,
era la lucha interminable contra la soledad,
era su perdón a mi terquedad.

Cada beso era una lágrima helada,
era una muestra de agradecimiento  al amor,
era el final de la espera anhelada,
era la guerra que no inculcaba dolor.

Cada beso era un te amo en su boca,
era una clara manifestación de deseo,
era por un momento volverla mi loca,
en cada beso me enamoraba de mi flaca.

XIII

Ella era simplemente hermosa, aunque pecaba de celosa,
ella era una mujer que buscaba mi corazón dominar,
ella no era alguien que guardara el protocolo de mi sociedad,
no era un simple río que se fundía en mi mar.

Los celos son pulsaciones egoístas y decentes,
fruto del deseo de propiedad que se apodera del corazón,
combinación perfecta entre amores inocentes
y mentiras vulgares que pierden la ilusión.

Ella era celosa porque me quería para ella,
era celosa, porque con los celos demostraba su amor,
su fuerza interior era comparable con una gran centella,
al pasar el tiempo, sus celos fueron mi dolor.

Sus celos fueron causantes de peleas rencorosas,
que sacaban un doloroso recuerdo del pasado,
en ese momento fulminante de ira, perdía lo amorosa
y se convertía en una mentira de amor olvidado.

Mis verdades siempre fueron mentiras de amor,
mentiroso vil que con tal de hacerla feliz
muchas veces su mundo pintaba con otro color,
motivo agobiante de estas letras de color gris.

Ella era celosa, pero yo estaba seguro de su amor,
a veces la cele, solo para mantenerla atenta,
pero su extraña obsesión posesiva fue dolor,
pero así, así se sentía ella muy contenta.

XIV

Su nombre era la palabra más hermosa del mundo,
carecía de ritmo y rima, pero era un poema,
no era un nombre rebuscado por el mundo,
no, su nombre era la causa principal de mi pena.

Su nombre fueron letras benditas por mucho tiempo,
su nombre fue el génesis de todos mis versos,
su nombre ahora es pecado vulgar en el momento
en que recuerdo que ella a otro le da sus besos.

Su nombre era el cuento que leía antes de dormir,
me encantaba cuanto me quería, cuanto  me extrañaba.
Su nombre ahora es por última vez mi escribir,
ya que hay muchos jueces que opinan nada.

Su nombre fue durante un tiempo un contrato de amor,
en el cual yo esclavizaba mi tonto corazón,
su nombre es ahora sentencia de dolor,
me vuelve reo de una cárcel sin ilusión.

Su nombre durante un tiempo fue mi distracción,
ella era una solitaria frente al mar,
su nombre era el disfraz de una bella tentación,
ella era, fue y será mi más dulce suspirar.

Su nombre era un chiste que  nunca me hizo reír,
contado por el destino en un susurro a mi corazón,
su nombre fue eso, su nombre. Ahora me hace escribir
la más dulce y rencorosa canción.

XV

Su piel era suave como el algodón,
tenía un olor delicioso a frambuesa,
ella era todo el motivo de mi corazón,
recuerde usted lo hermosa que era la princesa.

Su recuerdo me vuelve a derrotar,
quizás ella siempre tuvo la razón,
ella supo siempre como ganar,
pero ella no recuerda que solo fue una ilusión.

Como he contado a lo largo de esta historia,
ella era simplemente una perfecta mujer,
ahora sonrió vagamente en mi memoria
al suspirar por un  pasado querer.

Su corazón era tierno y lleno de cariño,
mi amor es una rosa con espinas,
ella fue la almohada donde reposo mi sueño
y nunca me creí estúpidamente su dueño.

Su recuerdo es una burla que intenta lastimar,
ella nunca se entero de que esto no es de ganar,
yo siempre he pensado en este final absurdo y perverso
del tesoro más hermoso, aquel que fue nuestro amar.

Como quiero contar al final de esta historia,
estos versos llenos de infantil dolor y amor,
es parte de un cajón que llamo memoria
y ella era una musa que quise con fervor.

 

XVI

El tiempo vuela como agua en las manos,
la vida se escapa en un suspiro negro,
la muerte llega precedida de sus fríos pasos,
el amor nunca avisa su arribo con besos.

La costumbre es un hongo maldito que mata a la ilusión,
se mete como un colado en una fiesta,
la costumbre invade y destruye el corazón
de los ilusos distraídos por la pasión.

La rutina es el verdugo que ejecuta la sentencia
dictada por el juzgado de impunidad atascado,
pues no hay ley que castigue romper un corazón.
El dejar de amar no es delito, es razón.

La explicación de este hecho es simple,
el amor es una venda a los ojos,
engaña como buen mago al hombre común y simple,
se burla de su alma y desata enojos.

El amor es ambiguo, deja escuela y dolor,
un corazón roto dura años y no días,
un corazón solo siempre pelea con el amor,
ya que son otras sus locas alegrías.

El amor fue asesinado por la costumbre,
ella siempre estuvo ahí, coronada de olivo,
yo siempre estuve a su lado, siempre,
pero la costumbre fue el inicio del olvido.

XVII

Es extraño pensar que quizás fue mi error,
ella se olvido de lo grande de mi amor,
se cobijo en la cueva de un inexistente dolor,
que raro es pensar que no tiene razón.

Desde el primer día ella fue la reina de mi corazón,
pero una tarde, en un arranque de dolor
apago la vela que iluminaba la ilusión,
se fue y  en las maletas se llevo su amor.

Al acabarse aquellos dos veranos de amor,
acompañados de de navidades hermosas y llenas de ilusión,
al matar de un tajo el fruto de su corazón,
ella me condeno a la rutina de la soledad.

Con el paso de los días, me dolió su ausencia,
aparecieron las lágrimas de tonto dolor,
pues yo la extrañaba y la esperaba con inocencia,
fue tonto al pensar ser el único que gozaba su amor.

Mi flaca renuncio a nuestro frágil amor,
una tarde de marzo que estaba soleada,
salió de mi alma dejando agrio dolor,
y me condeno a disfrutar de la libertad esperada.

 

XVIII

Se fue, así de simple, no conozco su destino,
se marcho huyendo de una guerra inexistente,
se escondió detrás de un dolor repentino,
el malo siempre seré yo, por inocente.

Se burlo y gozo del dolor,
ella nunca supo el estrago que causo,
simplemente se llevo todo su amor
y me dejo desnudo en una calle perdida.

Estuve luchando como loco por volver,
de toscos poemas, a una serenata de pasión.
Parecía no estar viva, parecía disfrazarse de mujer,
los detalles no tocaron su corazón.

Lloraba por las noches tumbado en la oscuridad,
me destrozo el alma el verla con otro caminar,
me impuso la fianza de la soledad,
ahora soy melancólico romántico frente al mar.

De mi mano nació un bello poema,
lleno de inocencia, y tonta fantasía,
no alcanzaba el explicar la tonta pena,
ya que a las musas no conocía.

Ella fue la primera, la primera musa de mis versos,
hijos de mi mano, despreciados por sus ojos,
luchadores de la batalla por sus besos,
causantes de sus últimos enojos.

 

XIX

La flaca de esta historia sueña con ser doctora,
curar los cuerpos y las heridas sanar.
Ese es su sueño, su ilusión voladora,
mientras con otro malgasta su amar.

El escritor iluso de estos versos,
quiere ser abogado y un gran historiador,
con otros labios encontró los besos
que se llevaron y mataron aquel dolor.

La flaca ya no es mía, es de otro,
él sueña con ser doctor de cuerpos,
pero los dos con el tiempo olvidaran el amor
al darse cuenta de que el corazón es carne y color.

El escritor aun puede jugar con el amor,
en sus letras el corazón es una bella ilusión.
En sus historias hay un poco de dolor,
pero ríe al final, pues nunca pierde la pasión.

La flaca quiso quedarse conmigo como amiga,
pero el juzgado dictamino que se fuera de mi lado,
para mí es muy poco de su corazón esa miga,
pues resulta que valoro todo aquel hermoso pasado.

La flaca quizás a veces se pregunta por mi andar,
el demonio la tiene poseída, le prohibió pensar
en el poeta que se acuerda de ella frente al mar
y le obligo a olvidarse de nuestro amar.

 

XX

No sé si estoy mejor sin ella,
pero ya no pierdo tiempo en su amor.
No sé si estoy mejor que ella,
pero mi alma se deleita con mi color.

Ahora mi reloj no se muere por ella,
gozo de mi vida con tranquilidad,
no le pertenezco a nadie, quizás a ella,
pero mientras no se dé cuenta, tengo felicidad.

Quizás encontró un cariño diferente,
pero nunca tendrá otro iluso escritor,
mi vida ahora solo vive en el presente,
mientras ella se esfuerza por extrañar al doctor.

Sonrió más a menudo, tengo razones para reír,
escribo mis sentimientos, mis pensamientos,
a la flaca le debía unos versos que escribir,
aunque no los valore, son letras con sentimientos.

Parece ser el reclamo resentido de un despechado,
pero es el final de un sueño añorado,
no me queda más que burlarme del pasado,
aquel que me hizo sentirme amado.

El final se acerca ya, aun hay que escribir,
debo aclarar mis versos y poemas,
ya que la norma sagrada es vivir,
y yo vivo desde su adiós sin penas.

 

XXI

Flaca, fuiste mi maestra del amor,
eres el lucero que brillaba en mi corazón.
Me doctoraste con  honores en  el dolor,
fuiste la primera que me hizo vivir.

Flaca, fuiste como una de café por la mañana,
eras el sol que calentaba los días de diciembre.
Tejiste nuestro amor en una tela de araña,
te fuiste y te olvidaste de mí para siempre.

Flaca, fuiste mi cielo estrellado de abril,
eras la razón de mis días, de mí vivir.
Me trajiste con tus ojos alegría febril,
te fuiste y por eso comencé a escribir.

Flaca, no fuiste ni buena ni mala, fuiste excelente,
eras la persona con la que podía contar.
Por tu partida, me volví un poeta indecente
y extraño ver tu figura caminar.

Flaca, de ahora en adelante serás un vago recuerdo,
de esos que se cruzan nunca en tu mente.
Prometo no volver a sacarte del pasado,
ya que los dos gozamos en  el presente.

Flaca, siempre fuiste mi flaca, mi todo,
yo estoy en el manicomio pecando de amante,
estoy por estos versos llenos de un bello lodo,
fue lindo acordarme de aquel pasado presente.

 

XXII

Si alguna vez en mi vida te vuelvo a ver,
de lejos me perderé en tus caderas al caminar,
recordare todos los besos que te di, mujer,
mientras en un suspiro me fugo hacia el mar.

Si alguna vez en mi vida te vuelvo a ver,
tendré miedo de volverte a saludar,
ya que escapare a mi razón sin querer
y en mi ataque de locura, te puedo volver a amar.

Si alguna vez en mi vida te vuelvo a ver,
al mirar tus ojos, recordaría, su bello color,
me perdería en la fantasía bella de volver,
pensaría que quizás vuelva a nacer el amor.

Si alguna vez en mi vida te vuelvo a ver,
te ignoraría por completo, por tu felicidad,
es egoísta soñar que me robo tu ser
y que a otro idiota dejo en soledad.

Si alguna vez en mi vida te vuelvo a ver,
me ignoraras como lo haces siempre,
mi corazón se volverá presa de emociones que contener
para que no se apoderen de este hombre.

Si alguna vez en mi vida te vuelvo a ver,
hare como que si no te vi en aquel lugar,
juramos por nuestro roto amor no volver,
pero el mar a veces es chiquito, sin  querer.

 

XXIII

Antes de enterrar de una vez tu recuerdo,
estoy sentado frente al féretro de nuestro amor,
es increíble que se hizo posible lo impensado
y que hoy soy el único que quizás siente dolor.

Estoy solo en el velorio de nuestra historia,
espere mucho tiempo el retorno de mi amada,
pero parece que a ella no le importa la memoria
y que de ahora en adelante será la olvidada.

Ni más amigos me han acompañado a este velorio,
me di cuenta que solo yo le di importancia,
me rio de la desgracia sin envoltorio
que como regalo me dio la ignorancia.

Antes de olvidarme de ti para siempre,
tomare la última gota de sangre de mi corazón,
doctora de los cuerpos, destructora de mimbre,
te fugaste con otro, otro doctor de tu corazón.

Se ufana el plebeyo de sanar tu alma,
cree que de mi te has olvidado.
Pero es justo que le mientas para no turbar su calma,
ya que en el fondo, aun sigo siendo tu amado.

Tu orgullo es lo que separa nuestro amor,
tu miedo es lo que destruye el color,
tu facilidad a otro le da color,
mientras yo con otra, encontré el amor.

 

XXIV

Antes de ti era un coleccionista de historias,
devorador de libros, de palabras sin razones,
era alguien que gozaba con leer las memorias
de toda la gente experta en problemas de amores.

Contigo fui un enamorado perdido de tu alma,
observador compulsivo de las tareas de tu ser,
vicioso empedernido que miraba al alba
para encontrar ese brillo, tu reflejo mujer.

Después de ti, me convertí en un fantasma del pasado,
miembro de la hermandad del agridulce desamparo.
Escritor de lágrimas llenas de tu olvido,
ahora resulta ser que del pasado me enamoro.

Antes de ti era un vicioso contador de minutos,
miembro permanente de una cárcel llamada soledad,
no  me importaba el dolor de los lutos,
que guardaba la gente y su libertad.

Contigo fui un condenado a muerte,
dispuesto a declararme culpable por tu amor,
me dejaste libre y solo, por suerte,
mira que estaba dispuesto a morir de amor.

Después de ti nació el peregrino escritor,
transformado en una abeja que vuela en cada flor,
que encuentra en su camino lleno de dolor,
nunca antes la libertad tuvo color.

 

XXV

Adiós princesa adiós, me gustó mucho el recordar
a una flaca que varios años me hizo suspirar.
Adiós princesa adiós, con mis primeros versos
estoy despidiendo de una sola vez tus besos.

Adiós princesa adiós, es iluso pensar en volver,
ya que nunca más hemos caminado como ayer.
Adiós princesa adiós, hoy dejas libre mi corazón,
por fin pagó su condena en  la soledad de tu prisión.

Adiós princesa adiós, me alegro que puedas sonreír,
después de las batallas libradas por tu amor.
Adiós princesa adiós, gracias por enseñarme a escribir
los versos y sonetos nacidos de mi dolor.

Adiós princesa adiós, fue hermoso tu amar,
en una noche estrellada recordé nuestro amor.
Adiós princesa adiós, gracias por enseñarme a suspirar,
a la orilla del mar, asesine todo mi dolor.

Adiós princesa adiós, no hay futuro para los dos,
ya que el destino separa nuestro vago caminar.
Adiós princesa adiós, esto fue un juego de Dios
que cumplió su promesa de ensañarme a olvidar.

Adiós princesa adiós, es el momento agrio de acabar,
de guardar mi letra, de callar mi pluma.
Adiós princesa adiós, el peregrino no quiere cantar,
ya que es triste y melancólico su último poema.

 

XXVI

Escribo esta cobarde carta de despedida,
a mi flaca, la burla que yo cantaba.
Escribo esta patética carta de despedida,
a mi flaca, la mujer que no olvidaba.

Mi flaca, gracias por cada gota de amor,
gracias por ser un tiempo mi hermosa ilusión.
Mi flaca, gracias por todo el mar de dolor,
gracias por mal cuidar mi herido corazón.

Adiós princesa adiós, es momento de tu amor despedir,
gracias por ser mi flaca, mi musa olvidada.
Gracias por darme el dolor que me impulso a escribir
un poema iluso en una tarde dorada.

Mi flaca, simplemente era eso, era mi flaca hermosa,
se convirtió en princesa de un extraño corazón.
Ahora debo cantar un dulce adiós a la princesa,
la luz terrenal que ilumino mi ilusión.

Escribo esta carta llena y harta de dolor,
con los primeros versos que escribí aquella tarde,
punto culminante de esta leyenda de amor,
solo me queda apagar la fogata que arde.

Adiós princesa, adiós; con  el mismo pesar de siempre,
me despido con una frase que se roba mi suspirar,
te amé, te amo y en silencio te amare por siempre,
adiós, princesa adiós, es el final del final de este cantar.

Eleázar Adolfo Molina Muñoz