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Al calor de una noche, con luna;
del cielo a la tierra, no hay distancia,
el frío: ¡un aroma!,
con paredes de cal blanca.
Los brazos alzados,
trajes blancos y polleras coloradas,
alegría, gritos y carcajadas.
Memoria en mano,
guitarrones y guitarras,
se abren paso, mariachis y serenata;
¡largo, a los cuervos!
en este entierro no hay vela;
¡mejor no se vayan!
¡métanse de nuevo a la botella!
¡que siga la vida!, ¡ amigo!,
¡y que se acaben las penas.!