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Nívea tersura al sol reflejaban y al viento,
tus curvas perfectas que agravio gritaban;
tres mariposas en tu piel lucían
sus trágicos colores en muda denuncia
contra el oprobio y tortura que cruel asesino,
no en una, asestara.

Cabeza perfecta en parte velada
como el bello rostro en parte velado
con profundo golpe impactan la vista
de quien osa verte alzando los ojos.

Corona de espinas corona tu testa exquisita
que derrama sangre en suprema tortura
como hace dos mil años
el Ser Supremo también padeciera.

Brazos perfectos igual que tus curvas
tirantes soportan el peso del cuerpo
lanzando hacia el cielo su muda protesta
que mientras más muda se hiciera, más fuerte es el grito.
Son brazos abiertos, en imposible abrazo.

Tus piernas cruzadas esconder no pueden
la femenina belleza mientras hacia el suelo
se estiran cual lanza.

No es una, son todas; todas y ninguna;
la idea perfecta de mujer, torturada.
Es Patria, Minerva y María Teresa;
Es Irma, Rogelia y Santa Cecilia;
Es Nancy que danza al aire en suspenso.
Es cualquier mujer maltratada como fue Cristina.

En negras capas te envolvieron
para evitar que tu casta desnudez hiciera
que el grito fuera escuchado
muy posiblemente por quien más debía oirlo.

Moderna Galatea, Pigmalión corrió en tu auxilio
para hacer de nuevo que al sol brillara tu blancura.

Mas ahora…

¿Dónde estás querida amiga?
¿Alguien sabe dónde la han encerrado?
Su muda protesta desgarra el oído
de quien no tiene o no quiere entender
que su cuerpo desnudo es el mejor homenaje
a la sufriente madre y a quien ya no pudo serlo.

Para todas las mujeres que nos sentimos identificadas de alguna manera con la dama escarnecida y para su Pigmalión, el maestro Manolo Gallardo.

 

Georgina Palacios
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