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El amor pintó de sangre y derramó desde el cielo al poeta

en el laberinto de la felicidad para dárnosla de beber

y que brindásemos con su guitarra improvisando el momento

de café en café con rosas en silencio atadas entre las manos

y labios sellados que besan sus fragmentos de firmamento

que pulsan la vida desde constelaciones convocadas en el paraíso

sobre la cuna de la protesta y lágrimas entre letras

para provocar la primavera en el rostro de los hombres

atravesando lo invisible para hacer la justicia visible

cuando triste nos regala su último abrazo Facundo

derramando en tinajas de barro una lágrima fraterna

para que su espíritu desayune con vida en tu casa.