Tuvimos tiempos épicos que no fueron felices.
Y nos llenamos de poemas a la patria
que nos inflamaban el pecho
con letras mayúsculas para entender que éramos mejores
y despreciábamos al explotador, al asesino.
Eran tiempos de guerra y de hambre, como los de ahora, pero con esperanza.
Tuvimos tiempos épicos que quizá fueron felices
y en cada paso el rostro dulce de una patria aparecía.
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