Poema
Carlos Fuentes
Aproxímate al espíritu de tu hembra, hermano,
a pinceladas gruesas desnuda su contorno,
desploma todos sus temores, que caiga la ingravidez de la magia
muerde la pulpa de sus labios carmesí
flamea su silueta con fuego ardiente
desata tu yo salvaje y aspira todas sus fragancias
dibuja en su piel momento por momento
destruye el imperio de la ley
¡toma tu otra mitad!
penetra el color de sus ojos, bebe de sus luces
atrapa su infinito y traga de su elixir
concede todos sus deseos
¡que Afrodita por toda Fenicia muera de celos!
Refleja tu luna plateada en su espejo
que brillen cómo hipies el rubí y el diamante
monta y recorre con pasión toda su figura
rodea su cuerpo con todos los colores y atrapa sus formas
llora con ella en la antesala de la locura
que el frenesí del tacto abra las puertas de sus bellas piernas
escucha el espíritu del tambor, palpa su ceda con tus dedos
en el secreto de la niebla, admira la belleza de su plástica
¡que se presente el naranja del fuego! el suave del fruto
que juntos ingieran lo prohibido al límite que hiere
que la semilla del amante muera y fecunde hasta lo ácido
en el cítrico del sinfín de quien espera y da
pongan calma a la lívido con el púrpura y cariño encendido
¡que floten los dos entre el aroma, el dolor, el placer y lo salvaje!
en especial… en el beso, eco de la existencia
aquel que hace que el tiempo permanezca en silencio
¡escuchen el ritmo del tambor!
aquel que vierte sobre el más allá su rúnico momento
¡griten en flujo de sensaciones!
sobre la sincronía del nirvana de dos universos que copulan
!perciban cada respiración¡ cada palpitación
y tomen su… ¡yo soy!
que sus sustancias los penetren
que el rojo picante les haga perder la cordura
que lo sensible se bese con lo sensitivo
que enloquezca la lívido en un coro de flores
que el mosto se haga vino
que salga sangre néctar y ambrosía
que las causas penetren a las consecuencias
que sus lágrimas caigan al mar
que el éxtasis consagre el acto de afrodita
que se fundan el fuego y la miel
que lo eterno envuelva a lo eterno
Y allí; desnudos los dos, completos
con la mirada de dos niños
será sellado el acto de los dos amantes
en la sincronía del nirvana
al compás del espíritu del tambor
en aquel único momento
y en especial… aquel beso
eco de su existencia
aquel que hace que el tiempo
en el misterio de la niebla
permanezca por siempre en el silencio.
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