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Peligroso cinismo presidencial

Virgilio Álvarez Aragón

De vuelta a palacio (pues en eso ha convertido Jimmy Morales la casa presidencial), las anécdotas graciosas de la faustuosa fiesta realizada en Jerusalén inundan los corredores.

Durante muchos años Morales se soñó presidente, pero no porque tenga vocación de servicio y un compromiso genuino con el desarrollo del país. A él y a sus ministros, parientes y secuaces lo que les gusta del poder son sus mieles, traducidas en viandas exquisitas, bebidas espirituosas finas y viajes transatlánticos en avión privado con lujos en su interior. Y eso finalmente lo han conseguido en el viaje a Israel.

Diestro en la trampa y el engaño, Morales ha hecho de su vida personal, artística y política una permanente y completa farsa. Si las facturas falsas de su hermano y de su hijo son los botones de muestra de esa práctica familiar, y no una normalidad nacional, como públicamente afirmó, el bono militar, los lentes Carolina Herrera y el financiamiento ilícito de su campaña son apenas algunas de las seis caras de ese dado cargado en el que ha decidido convertirse para que lo usen los corruptos y tramposos y así conseguir juntos impunidad para sus crímenes.
El traslado de la embajada a la ciudad de Jerusalén, capital histórica de dos pueblos (y no solo del israelí), es una cuestión eminentemente política que él, para engañar a los ingenuos, ha querido presentar como una cuestión de fe sin pararse a pensar que el Estado de Guatemala es laico, por lo cual constitucionalmente debe estar al margen de las cuestiones doctrinarias. Pero el cómico presidente usa la religión y las creencias como el betún con el que se manchaba la cara para burlarse de los afrodescendientes: es solo apariencia, una más de sus mentiras existenciales.

Morales no se inmutó ante el baño de sangre con el que Netanyahu saludó el traslado de la embajada estadounidense, pues para él la sangre derramada en Palestina o en Guatemala le tiene sin cuidado y da por sentado, como dijo la vocera israelí, que «los matan porque ya no caben en las cárceles». A Jimmy lo único que le importa es disfrutar las mieles del poder y presumir de importante, aunque a su fiesta de cuarta categoría solo hayan asistido sus cuarenta sucios socios.

Mentiroso compulsivo, enemigo acérrimo de la transparencia y de la probidad, no hizo público que el avión en el que él y su séquito se transportaron a Israel es del multimillonario Sheldon Adelson, más que conocido no solo por su ultraconservadurismo oportunista y su racismo (particularmente contra los pueblos árabes, persa y palestino), sino por haber amasado su fortuna con métodos para nada ortodoxos, con casinos poco controlados en las islas Macao. Bien puede suceder que Guatemala se convierta, por obra y gracia de Jimmy Morales, en la ciudad del lavado de activos en casinos al estilo Adelson.

Morales no tendría por qué avergonzarse y esconder bajo la mesa sus inclinaciones ultraderechistas, aunque históricamente estén ya superadas y él no haya tenido la valentía y la honestidad de defenderlas en su campaña presidencial, cuando avergonzado negó muchas veces tener tras de sí a ese sector sanguinario y violento de la derecha autoritaria guatemalteca que ahora lo apoya y defiende compulsivamente.

Ocultó el obsequio de tan especiales transporte, viandas y demás beneficios porque, como su campaña a favor del sí en la pasada consulta popular, son ilegales y él debería sufrir persecución judicial por ello. La Ley de Probidad y Responsabilidades de los Funcionarios y Empleados Públicos (decreto 89-2002), en el artículo 18, inciso c, establece claramente que un funcionario o empleado público tiene prohibido «solicitar o aceptar directamente, o por interpósita persona, dádivas, regalos, pagos, honorarios o cualquier otro tipo de emolumentos adicionales a los que personalmente percibe por el desempeño de su labor». Sabemos lo que el dueño de casinos Adelson promovía: instalar embajadas en Jerusalén, por lo que el transporte privado es, evidentemente, un regalo por una acción gubernamental.

Morales y su troupe recibieron un regalo por ser funcionarios, y no como individuos, por lo que deberían ser castigados por ello.
Pero el tigre tiene más manchas que remiendos la frazada del pobre. La cinta simbólica que Morales cortó al inaugurar la sede diplomática estaba detenida por el ministro de la Defensa y por el titular de la Secretaría de Inteligencia Estratégica del Estado (SIE), no por los presidentes de los otros poderes, lo que le habría dado un hálito de civilidad y política al acto. Lo hicieron los responsables de la represión interna y del espionaje, tal y como se establece en la doctrina de la seguridad nacional, defendida a capa y espada por regímenes autoritarios como el israelí.

Es un mensaje antidemocrático, autoritario y violento el que ha enviado el gobierno de Morales. La alianza con los israelíes no es con su pueblo trabajador y esforzado, sino con su industria de la guerra y su predisposición a la violencia y al asesinato público de opositores. Por eso tuvieron un papel destacado el ministro de la Defensa y el jefe de la SIE. Los marrulleros de la industria militar en ambos lados se estarán restregando las manos.

Es esta visión del mundo la que los presidentes de los tres poderes aplaudieron y a la que sirvió de testigo lo más nefasto y soez del Congreso de la República, con la familia de Jimmy Morales como supuesta realeza.

Aún estamos a tiempo de parar la sangría y la corrupción en nuestro país. Ojalá la enfrentemos unidos y con visión de futuro.

Fuente: [http://plazapublica.com.gt/content/peligroso-cinismo-presidencial]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Virgilio Álvarez Aragón