Para la manifestación del 13 de junio
Esta lucha necesita unidad orgánica, de dirigencia y de objetivos.
Mario Roberto Morales
La gente de Pérez no entiende que las movilizaciones de las últimas semanas acrecentaron la conciencia colectiva a tal grado, que el pueblo ya no se traga las maniobras tradicionales para engañar y manipular a la opinión pública. La prueba está en el efecto que tuvo la manifestación espuria del viernes 5 de junio (organizada por militares al servicio de las mafias que encabeza Pérez) con el fin de provocar malestar en el CACIF, la burguesía y las capas medias por la interrupción de la libre locomoción de automotores. El efecto fue contrario al que Pérez y su gente buscaban, ya que las exigencias de los acarreados que pararon el tráfico pidiendo que la CICIG denuncie a los oligarcas corruptores en materia de defraudación fiscal y que las elecciones se pospongan para cambiar antes de ellas la Ley electoral y de partidos políticos, lejos de alarmar entusiasmó a la ciudadanía, la cual ya maduró sus demandas no sólo hasta estos puntos, sino incluso hasta otros más radicales en cuanto a no tolerar que los mismos corruptos perpetren un simulacro de cambios en el Congreso.
La ciudadanía busca que la mantención del orden constitucional no sea el pretexto para que los oligarcas, los neoliberales, los militares y el crimen organizado realicen cambios cosméticos para que todo siga igual y el Estado permanezca siendo un botín de ladrones de cuello blanco. Las consignas y pancartas expresan esto con claridad meridiana, tanto en las movilizaciones masivas como en las menores. Por eso, las demandas que el 5 de junio pretendieron atemorizar con su tono supuestamente amenazador, sólo lograron estimular más los ánimos populares. Y esto se verá reflejado en las pancartas de la manifestación del próximo 13 de junio, en los diferentes puntos capitalinos y del interior en los que ésta tendrá lugar, así llueva, truene o relampaguee.
Porque este movimiento ya no es sólo de la clase media urbana capitalina. Ahora es interclasista, interétnico e intergeneracional, y su sujeto es plural pero unificado en el criterio que anima sus exigencias de radical cambio estructural en el diseño y el funcionamiento del Estado y de sus mecanismos institucionales. Los denodados esfuerzos del CACIF, los neoliberales, el ejército y el Gobierno para revertir este movimiento, están siendo inútiles ante la evolución de la conciencia crítica del pueblo movilizado y ante la convergencia multisectorial en torno a las reivindicaciones de cambio estructural del sistema. El enfrentamiento ideológico entre quienes hacen la finta de realizar cambios y quienes luchan por que los cambios se hagan en la práctica, se incrementará en los días que vienen. También lo harán las acciones de los infiltrados y sicarios de la ultraderecha para pasar de la lucha ideológica a la de la violencia organizada y el terror. Esto lo debe tener claro el pueblo a fin de darles a estos esbirros la respuesta adecuada para neutralizar su pretensión desmovilizadora.
Este 13 de junio hay que avanzar, pues, en la unificación de los mecanismos propuestos para realizar los cambios estructurales que queremos y en dotar al movimiento de los liderazgos sectoriales unitarios que necesita para avanzar sin retrocesos. También, en dejar atrás el espontaneísmo festivo y las expresiones lúdicas ajenas al objetivo de la movilización. Esto es alegre pero no es una fiesta. Es una lucha. Y toda lucha necesita precisión y unidad orgánica. No dispersión anárquica.
La ciudadanía busca que la mantención del orden constitucional no sea el pretexto para que los oligarcas, los neoliberales, los militares y el crimen organizado realicen cambios cosméticos para que todo siga igual y el Estado permanezca siendo un botín de ladrones de cuello blanco.
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