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Universidades de Guatemala: una utopía del pensamiento intelectual

Santos Barrientos
santosbarrientos3@gmail.com

 Con el propósito de un análisis heurístico pongo en tela lo que podría ser un objeto de investigación exhaustiva y objeto de investigaciones científico-sociales para el desarrollo de las alma mater guatemaltecas, y  específicamente, la Universidad de San Carlos por ser la única universidad estatal del país.

Existe un sincretismo entre las diversas universidades que aportan al pensamiento crítico de la sociedad, pero, al igual que la sociedad se encuentran polarizadas y envueltas en el Partenón del pseudoconocimiento empírico. Se han subyugado muchos de los maestros, tecnócratas del conocimiento dependiente, a satisfacer necesidades políticas, económicas y sociales, creando con esto un panorama de vil servilismo y de pensamiento escolástico en el universitario promedio que su único deseo es salir a ganar unos cuantos billetes para su cartera, los comúnmente llamados chichipatos, y no crear el pensamiento crítico-intelectual que se espera.

El pensamiento que se genera en las universidades es escolástico, casuístico, subjetivo, un pensamiento del keynesianismo neoliberal que enseña a multiplicar las ganancias económicas de la burguesía. Heinz Dieterich proponía cuatro elementos clave para el desarrollo de la universidad del futuro: 1. Meritocracia, 2. Gerontocracia, 3. Plutocracia y, 4. Democracia o burocracia. Estos elementos los explica con rigurosidad, uno por uno, hasta concluir que una universidad del futuro debe  girar en torno a dos principios: meritocrático y democrático que son los que pretendo explicar.

La meritocracia consiste en una forma de gobierno jerarquizada, conquistada por los méritos que obtienen los individuos científicos en las diferentes ramas, a pesar de ser una buena opción tiende a tener ciertos problemas ex profeso académicos, verbigracia, según Dieterich son dos: la conducción de una macroorganización como la universidad y la evaluación respectiva de los trabajos científicos ¿Quién los evaluará? Sin embargo, agregaría un tercer problema, la conducción científico-social de la macroorganización, llamada universidad, en los procesos académicos sin caer en el vacuo pensamiento del neocolonialismo o del keynesianismo neoliberal.

La democracia, como es sabido, es una forma de gobierno donde existen elecciones a través del sufragio universal expuesto en la Constitución Política de la República. Es evidente, que la democracia se ocupa en muchas formas de procesos electivos. Sin embargo, también tiene un vacío que aún no se ha logrado ocupar y es el tema de “quién elige a quién y para qué”. Es decir, las elecciones se realizan por medios de consensos estudiantiles, profesionales y administrativos; estos consensos muchas veces son estropeados por tecnócratas del subdesarrollo o mediocres que determinan la libertad del voto en las aulas estudiantiles. Inteligiblemente se apropian del pensamiento, malgastando dinero en pleno procesos eleccionarios para acarrear votos. Otro problema son las personas que trabajan en el área administrativa y que votan, muchas veces por miedo a perder el puesto que han aprovechado, por vil servilismo propugnan en seguir eligiendo personas de poca honorabilidad —es un círculo vicioso donde todos se autoayudan y coadyuvan en continuar con el individualismo y el status quo—. Este comportamiento no solo se refleja desde las jerarquías medias universitarias, sino desde las capas altas que buscan el oportunismo y nunca el desarrollo científico-intelectual.

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Santos Barrientos
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