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Discurso de Myrna Paíz Cárcamo pronunciado en la entrega del libro de sus memorias de guerrillera de los años sesenta en el Frente Edgar Ibarra en la Sierra de las Minas, Guatemala.

El libro fue presentado en la XXXVI Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, Calle Tacuba Num. 5, Mexico D.F. en el Salón Galería de Rectores. El evento fue de 16:00 a 17:00 del día viernes 27 de febrero de 2015.

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Estoy muy agradecida por su asistencia a la presentación del libro ROSA MARÍA: Una mujer en la guerrilla.

También mi agradecimiento a quien patrocinó su publicación: El Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe -CIALC-  de la UNAM.

De nuevo a todos ustedes, muchas gracias.

A los expositores, Dra. Tatiana Coll, Dr Arturo Taracena, Dr. Mario Vásquez y Dra. Gabriela Vázquez Olivera. mi profundo agradecimiento por sus análisis, comentarios y conceptos para el libro y mi persona.

En especial para Gabriela, mi más profunda gratitud, porque sin su interés y empeño por dar a conocer el contenido de relatos que durante décadas estuvieron dando vuelta en cajas, paquetes y muchas casas en distintos países  donde me tocó trabajar por alcanzar en mi país, Guatemala, una sociedad donde tuviéramos oportunidad de vivir como seres humanos, dignos y con confianza en el futuro. A lo anterior debo agregar, mi reconocimiento a Gabriela por la investigación, exhaustiva, que realizó para contextualizar los hechos narrados y que constituyen la primera parte del libro.

Ahora que están publicadas estas narraciones de los años de guerra, quiero recordar al Poeta guatemalteco, Arqueles Morales, quién en una pausa fuera de las montañas, compartiendo mis experiencias con él como revolucionaria, combatiente guerrillera y mujer, insistió en que lo que platicábamos lo pusiera en letras. Así, Arqueles es también un responsable de esta publicación.

Traté de plasmar las actividades más importantes de la vida cotidiana y acciones  de la guerrilla en los años cercanos a 1965. Entonces, éramos a lo sumo 21 combatientes los que formábamos la pequeña columna Guerrillera Edgar barra, llamada así en memoria de un dirigente estudiantil de los institutos de secundaria que murió combatiendo en otro Frente de las Fuerzas Armadas Rebeldes.

Es a ellos a quienes ahora dedico estos relatos: a los compañeros combatientes del Frente Guerrillero Edgar Ibarra, especialmente a los que cayeron combatiendo y a todos los colaboradores campesinos que fueron nuestro apoyo y base fundamental para la subsistencia del Frente en región de la Sierra de las Minas de Guatemala, geografía, donde desplegamos nuestras actividades revolucionaria.

En la actualidad, al reencontrarme con estos recuerdos, quiero ofrendarlos a mi mamá, Clemencia Cárcamo, quien siempre nos respaldó, acompañó y se sacrificó porque nuestros ideales fueran alcanzados. A mis hermanas Nora y Clemencia que cayeron combatiendo con las armas en la mano. A mi hijo Ernesto, que siendo un niño me acompañó en las vicisitudes de la vida guerrillera en la montaña. A mi sobrina Elisa, quién al caer mi hermana Clemencia, su madre, siendo una niña sobrevivió a las tempestades de la soledad y hoy me arropa con su inmenso cariño. Y finalmente, a mi nieto Rodrigo.

La intención de escribirlos y de publicarlos ahora, ha sido la de compartir la experiencia guerrillera de una joven mujer citadina, con campesinos, obreros y estudiantes, que tenía un propósito, un ideal, una utopía: queríamos lograr un profundo cambio en las estructuras socio-económicas, en los valores éticos  de la sociedad en que vivíamos. Queríamos cambiar el mundo guiados por ideales y utopías que hoy, desgraciadamente, la juventud ha perdido en la vorágine del consumismo, en el afán por el dinero y en la superficialidad de las apariencias.

Muchas gracias.