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Producto de la frustración histórica

Así como la revolución siempre fue y será más que Fidel, Fidel era más que la revolución.

María Aguilar

Fidel Castro nació en 1926, cuando Cuba aún se encontraba bajo el proteccionismo estadounidense. Hijo de un terrateniente español, demostró que nacer en cuna de privilegio no es obstáculo para el surgimiento de una conciencia y pensamiento crítico acorde a su época. A su muerte a los 90 años, se tiende a reducir y equiparar su vida con la Revolución cubana. Sin embargo, así como la revolución siempre fue y será más que Fidel, Fidel era más que la revolución.

Su trayectoria inició durante la dictadura de Fulgencio Batista contra quien lideró una revuelta el 26 de julio de 1953, atacando el Cuartel de Moncada, hecho por el cual fue arrestado y condenado a 15 años de prisión. Al ser liberado antes de tiempo, se exilió en México donde conoció a Ernesto Che Guevara en 1955. En 1956, acompañado de 82 hombres zarpó desde las costas mexicanas hacia Cuba. Los pocos hombres que sobrevivieron la travesía se asentaron en las montañas de la Sierra Madre desde donde desarrollaron la estrategia de guerra de guerrillas. Finalmente, el 1 de enero de 1959 las tropas revolucionarias entraron a Santiago de Cuba y el 8 de enero a La Habana, poniendo fin a la dictadura de Fulgencio Batista.

Sin embargo, Fidel Castro, el revolucionario, fue producto de la frustración histórica de una Isla. Él surgió como parte del deseo de independencia y posteriormente de soberanía de un pueblo que luchó férreamente por cortar los vínculos coloniales con España, solo para que su independencia le fuera arrebatada por los Estados Unidos en 1898. Fue así que su lucha no fue solo por Cuba sino por América Latina, territorio que desde la Conquista española intenta romper con las cadenas del imperialismo y desafiar la explotación, el hambre, la miseria, el analfabetismo y la desigualdad que la carcome.

La historia escrita y la que queda por escribirse serán testigos de los aportes y de las contradicciones de este hombre, no solo en su Isla sino en el resto de los movimientos sociales del mundo. Pero sí algo deja como legado es que, sin importar el enemigo, siempre es y será imperativo defender el derecho a la rebeldía.

La historia escrita y la que queda por escribirse serán testigos de los aportes y de las contradicciones de este hombre, no solo en su Isla sino en el resto de los movimientos sociales del mundo.

Fuente: [elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

María Aguilar Velásquez
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