Los golpes que no le duelen a nadie
Javier Payeras
A veces, solo a veces, el ruido se transforma en algo distinto que desperdicio. A veces, solo a veces, la dignidad se resuelve alzando la voz. Ciertamente, entre decir y hacer existe una brecha que es un barranco. Porque como dice el poeta José Luis Villatoro (la cita no es textual, apenas la recuerdo): Hay golpes de pecho que ya no le duelen a nadie.
Y es que hay golpes de pecho que ya no nos duelen. Porque de tanto lamentar, gritar, berrear… a veces, solo a veces, las cosas se ponen en orden. Pero es tan difícil la coherencia; es tan arduo el trabajo no remunerado de hacer ciudadanía; es tan complicado ser honestos; es tan cuesta arriba transformar el sistema desde la realidad y no desde la ilusión del “deberíamos ” o del “deberían”.
Sin máscaras se construyen democracias. Es una lástima que en muchos guatemaltecos no exista la posibilidad de entenderlo. Enterramos lo más profundo y resaltamos lo más superficial. Luego lloriqueamos que el sistema no se transforme. Otra vez los golpes de pecho que no le duelen a nadie.
La integridad se mantiene hasta que alguien se atraviesa en nuestros intereses y a veces, solo a veces, sacamos nuestras armas secretas: convertirnos en ese bulto que se hace un estorbo para la felicidad, para la intención o para el talento de otros.
Otro año de campañas políticas anticipadas. Otro año de escándalos y decadencia. La pequeña mayoría de los chapines que votan por un partido lo hacen rumiando televisión y cancioncitas.
Para ellos, el candidato es un desconocido. Los que al día de hoy pensamos en votar nulo y que seguramente nunca hemos estado afiliados a nadie, seguimos dejando la decisión a quienes no nos representan.
Son tantos los golpes de pecho y somos tantos los que toleramos la derrota, que olvidamos a los valientes que trabajan y arriesgan su vida cada día para que las cosas cambien: los que se oponen, los que denuncian o los que nos regalan su ejemplo de integridad en silencio.
Pero es tan difícil la coherencia; es tan arduo el trabajo no remunerado de hacer ciudadanía; es tan complicado ser honestos; es tan cuesta arriba transformar el sistema desde la realidad y no desde la ilusión del “deberíamos ” o del “deberían”.
Fuente: [http://soledadbrother.blogspot.mx/]
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