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La trompa del criollo

Jaime Barrios

Un legado del historiador Severo Martínez, en su interpretación de la época colonial es la identificación del criollo. El reflejo del conquistador, el llamado Tonatiuh por los pueblos conquistados, es decir, un guerrero rubio, de ojos claros y palabra fulminante. El engendrado encomendero, el gamonal y finalmente el patrón. El que habla, el que manda a callar en la Patria del criollo. En términos coloquiales el que abre la trompa y dice lo que le viene en gana sin considerar a quién o dónde habla. El criollo dirige y pega a sus siervos.

Durante el Foro de la Fundación de Esquipulas escuchamos una reencarnación del criollo identificado en la obra de Martínez Peláez. También rubio como Tonathiu y pesado e inoportuno como un buen criollo puede serlo cuando, y en términos también coloquiales, “le ronca la gana”. Álvaro Arzú llegó a decir no solo cosas atrevidas sino sin sustancia. Algo preocupante porque una figura pública como el Señor Alcalde y ex-señor Presidente tiene una responsabilidad mayor con el sistema democrático que le permitió ser mandatario y jefe edilicio de la Ciudad de Guatemala.

Arzú hizo un patético ejercicio de oratoria autoritaria, celebrado por una audiencia pasiva que reía de sus ocurrencias antidemocráticas. La democracia debe ser “dirigida” afirmó casi riéndose, olvidando el arduo proceso por construir la democracia política, económica y social en Guatemala. Democracia dirigida no es democracia, es dictadura disfrazada. Todo lo contrario del pensamiento y obra de Manuel Colom Argueta, el mejor alcalde que ha tenido la Ciudad de Guatemala, quien sintetizaba su posición con la afirmación de “la democracia como medio y como fin”.

Luego vino un ataque siniestro, descarado e inaceptable contra la libre expresión. Dijo Arzú “A la prensa selepagaoselepega;yoopté por lo segundo”. Ninguna de las dos opciones es válida dentro de un sistema democrático, uno de cuyos pilares es la libertad de expresión. Arzú opta por la línea de la intolerancia autoritaria, no sabe ni entendería la frase de Voltaire: “aborrezco vuestras ideas pero seré el primero en defender vuestro derecho a defenderlas”.

En la misma semana, y en otro contexto, un agente de la Policía Municipal de Tránsito impidió el paso a un juez que se dirigía a practicar la exhibición personal de una niña. Arzú se apresuró a pagar la fianza, lo que es desde luego admisible pero también decidió condecorar al agente por la acción por la que está ligado a proceso. Lo que definitivamente no es admisible y raya en el límite de apología del delito.

Alvaro Arzú de manera jocosa aludió a su avanzada edad. El reloj ya le toca las puertas del retiro obligatorio y no podrá postularse de nuevo a alcalde. Después de escucharlo podría pensarse que está comenzando una demencia senil o algo parecido. También de que hubiera sido mejor que no hubiera asistido y mejor ido a la cita con el dentista que dijo tenía porque, y en buen chapín, como decían nuestros abuelitos: hay que cuidarse la trompa.

Fuente: [http://www.s21.gt/2016/08/la-trompa-del-criollo/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Jaime Barrios Carrillo
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