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La nación pequeña

Javier Payeras

La nación más pequeña: la de los sueños pequeños y destinos pequeños (Mario Monteforte dixit).

La pequeña nación con límites vigilados y horizontes lejanos.

La nacioncita de banderas plásticas y delantales rotos, que se asfixia en los estadios y se derrama de los buses por la mañana.

La micro-nación con un tiempo de comida.

La mini-nación aglomerada en los camiones para protestar y para reprimir.

La que llora de emoción por sus cantantes de Latin American Idol.

La que se mantiene oculta en cementerios clandestinos.

La que se aplasta con una miga, con una lluvia torrencial o con el fuerte soplo del viento.

La micronación de caminos ocultos en la neblina. Donde el pasado es algo trágico, el presente es caótico y el futuro es una trampa. Donde la gente suspira por las procesiones y los dictadores. Donde los deseos son pequeños almanaques agujereados en las paredes de las abarroterías.

Esta nación invisible que pierde cada cuatro años sus esperanzas de ir a un Mundial de Fútbol o de tener un gobierno medianamente honesto. Que nunca se encuentra en ningún espejo o que se reinventa una y otra vez con tal de no ser original. Esta breve nación intolerante a fuerza de perderlo todo, ganarlo todo y volverlo a perder. A fuerza de retozar por el sótano más oscuro de la violencia y convencerse que la violencia la devuelve a la historia de sus errores una y otra vez.

Esta nación-grieta que deja ir a sus mejores personas y con ellos a sus mejores promesas. Aquí donde todo está congelado, pero el cielo es magnífico.

Este país pequeño, tan pequeño que cabe en la mira de un fusil (Luis Alfredo Arango dixit).

La que se mantiene oculta en cementerios clandestinos.

Fuente: [http://soledadbrother.blogspot.mx]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Javier Payeras
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