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La manipulación de los vendedores de la Terminal

Si bien, algunos vendedores pueden identificarse con la derecha, este posicionamiento no es la regla dentro de estos colectivos.

Irmalicia Velásquez Nimatuj

Guatemala está al borde del abismo. No hay que engañarnos, prueba de eso es la actuación desesperada de Jimmy Morales y los sectores que él representa y lo defienden: mujeres y hombres de extrema derecha, miembros de la elite criolla y ladina que controlan los sectores comerciales, universitarios, industriales, financieros y del agro cercanos al Opus Dei o a iglesias protestantes, pero también sectores clasemedieros que aglutinan a grupos desestabilizadores, militares en retiro o activos responsables de crímenes de lesa humanidad durante el conflicto armado o integrantes del crimen organizado, sindicalistas convertidos en negociadores de privilegios, congresistas que son capos y no dignatarios de sus departamentos, alcaldes que trabajan drenando el dinero de sus conciudadanos y burócratas que han encontrado una plaza en donde enriquecerse vendiendo los servicios públicos.

Y mientras la justicia avanza, más claro están quedando los bloques que componen el país. Frente a esto, Morales actuando como un dictador y los sectores a su alrededor, en un uso racista de la identidad y manipulando la necesidad de sobrevivencia, han obligado a los vendedores de los diferentes sectores del mercado de la Terminal –so pena de quitarles sus puestos– para que manifestaran a su favor el pasado 2 de mayo.

Si bien, algunos vendedores pueden identificarse con la derecha, este posicionamiento no es la regla dentro de estos colectivos, especialmente los que viven del subempleo.

Luego de la manifestación quedó claro que fue un proyecto de Álvaro Arzú y equipos, quien al fallecer, no pudo ver materializado su sueño de que los de abajo le apoyaran, los que viven en barriadas o zonas rojas a donde la jardinización nunca llegó, en donde el agua es escasa y de suerte llega una vez a la semana, en donde no hay calles pavimentadas, en donde de cada diez jóvenes seis u ocho son miembros de maras, estos sectores que nunca serían recibidos por las elites –que hoy se sienten arrinconadas– en sus despachos y menos en sus casas, a no ser que ellos las conviertan, maquiavélicamente como ahora, en colectivos de apoyo para hacerse creer que no están quedándose solos o que la justicia nunca los alcanzará.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/05/05/la-manipulacion-de-los-vendedores-de-la-terminal/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Irma Alicia Velásquez Nimatuj