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La integridad de Lucrecia Hernández Mack

Siempre deseé lo mejor para Lucrecia porque ella era lo mejor para el país.

Irmalicia Velásquez Nimatuj

Lucrecia Hernández Mack asumió como Ministra de Salud en julio de 2016 con un objetivo: garantizar el derecho a la salud, instaurando un sistema público de calidad que fuera universal, integral y gratuito para todos los habitantes de Guatemala. Conocedora de las políticas y las limitaciones en prestación de servicios de salubridad, ella y sus viceministros: Juan Carlos Verdugo, Adrián Chávez y Edgar Rolando González Barreno se convirtieron en uno de los pocos equipos técnicos y sólidos de las últimas décadas que intentó transparentar y ordenar uno de los ministerios más importantes para la población. Sin embargo, las condiciones estructurales les mostraron que es imposible transformar el Ministerio de Salud porque implica tocar intereses del mismísimo Presidente de la República, Jimmy Morales, quien es pro-corrupción, pro-impunidad y pro-mafias.

Hernández Mack, durante 13 meses, como Ministra independiente del partido de gobierno FCN y a diferencia de los Ministros colocados por el CACIF, Ejército, crimen organizado o partidos corruptos, se enfrentó al poder que poseen las estructuras criminales y paralelas que controlan la salud pública de Guatemala: desde las millonarias e influyentes empresas farmacéuticas hasta los corroídos sindicatos de salubristas, que dejaron de estar integrados por trabajadores consecuentes para convertirse en estructuras de extorsionistas y homicidas.

La exministra intentó frenar el poder de bandas mafiosas -internas y externas- que han minado y saqueado a través de hábiles sistemas administrativos, financieros, gerenciales y legales los servicios de salud en toda Guatemala, llevándolos a convertirse en servicios empobrecidos, decadentes y solo comparados con los existentes en África o Haití.

Siempre deseé lo mejor para Lucrecia porque ella era lo mejor para el país pero conociendo el entorno y la historia delincuencial del Presidente Morales se vislumbraba una batalla difícil. Por eso, al conocer su renuncia ante la violación a la Constitución que cometió Morales, declarando unilateralmente “non grato” al Comisionado de la CICIG, Iván Velásquez y demandar su inmediata expulsión de Guatemala, era lo mínimo que podía esperarse de una profesional, que vivió el impacto de la violencia estatal. Con su renuncia, Hernández no solo hace honor a sus principios sino además, a la valiente mujer que le dio la vida.

Fuente: [www.elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Irma Alicia Velásquez Nimatuj