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La casa habitada (20 años de Magna Terra editores en Guatemala)

Por los espacios de Magna Terra han circulado cientos de proyectos y miles de libros. Esta ha sido la casa de pintores, músicos, escultores, poetas, novelistas, fotógrafos.

Magna Terra editores

Magna Terra editores

Los sueños empezaron a andar hace muchos años. Frecuenté en los ochenta a varios editores, entre ellos, a Joaquín Díez Canedo, director de la mítica editorial Joaquín Mortiz, a quien visitaría una vez al mes durante dos años. Asimismo, el poeta Julio Palencia propició mi encuentro con otro editor, Carlos López, de Praxis.  Visitar esa editorial fue una experiencia notable. Sus corredores, llenos de libros y cuadros, confundían los sentidos. No sabía si estaba en una pinacoteca o en las oficinas de un editor exigente.

Pero, fue el destino que obraría su mano para mi reencuentro con José Luis Perdomo Orellana en una cantina del Centro Histórico de la ciudad de México, lo que propició una larga y fructífera complicidad alrededor del libro y del periodismo cultural.

Yo había colaborado en la sección editorial de Casa de Chile en México por casi diez años. Pero mi inquietud sobre los libros venía de mucho atrás, sobre todo por mi pasión por la lectura. No solo los leía, sino me detenía en su manufactura editorial.  Pero mi primera aventura fue en Chiapas, en 1982, con Esteban Atzip, un maestro tz’utujil, originario de Santiago Atitlán. Tradujo del tz’utujil al  español unos hermosísimos cuentos, cuyo título es Leyendas antiguas y los editamos con un entusiasmo adolescente y con la sinceridad que poseen aquellos empeños que nacen de una limpia pasión por las cosas.

Años más tarde, sostuve una conversación informal con la escritora chilena Gladys Valdez y el filósofo argentino Horacio Cerrutti, en uno los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en el DF mexicano. De ahí nació Magna Terra editores. Nuestros empeños fructificaron con algunas ediciones, entre ellas, una dedicada al pensamiento de Ignacio Ellacuría. Luego, nuestros caminos se bifurcaron y en 1994, recién llegados del exilio, retomamos la idea de esta aventura de las ideas. A lo largo de estos 20 años, hemos editado alrededor de 1,800 títulos de todas las disciplinas.

Nuestra labor apuntó siempre a fortalecer los espacios de educación humanística. Sabemos que es poco lo que se puede hacer, sobre todo ante la magnitud de nuestros problemas, sin embargo, no está demás insistir y reiterar el papel estratégico de la cultura en este lentísimo camino de Guatemala en la construcción de un país más justo.

Como dice el poeta Hugo Mujica: “La casa que no se abre a los otros es como el pan que no se parte: no lo come nadie, lo come el moho”. Y esa fue nuestra divisa, abrirnos a los demás, en la medida que somos y venimos de los otros. De tal manera, por esta casa, por esta fábrica de libros, pasaron con su palabra, Monteforte Toledo, Ramírez Amaya, Carlos López Barrios, Rodrigo Rey Rosa, Javier Payeras, Víctor Muñoz, Tito Monterroso, Sequén-Mónchez, Méndez Vides, Jessica Masaya, César Brañas, Mario Payeras, Luis  de Lión, Marlon Meza Teni, José Luis Perdomo Orellana, Gloria Hernández, Luis Aceituno, Maurice Echeverría, Byron Quiñónez, Leonel Juracán, Alejandro Urízar, Aníbal Barillas, entre otros tantos autores que enriquecen nuestras ocho colecciones de literatura. También, innumerables historiadores, investigadores sociales, antropólogos, economistas. Aún recuerdo la minuciosidad y seriedad de Arturo Taracena en el acompañamiento en la edición de uno de sus tantos libros.  O los nervios de los diseñadores cuando Monteforte Toledo participó en el cuidado de Pascualito, todos temían que la pantalla del monitor de la computadora estallaría en pedazos por el flamígero dedo índice del maestro al señalar un cambio.

Nuestros libros han viajado lejos, a diferentes ferias internacionales y en ocasiones ocupan algún lugar en una librería de Suecia, Sudáfrica, Argentina, México, Nicaragua, El Salvador, Francia, España.

Durante 11 años editamos la revista magna terra, un viaje hacia las ideas, donde Perdomo Orellana fue un pilar en su manufactura periodística. Cabe también mencionar estePaís, revista que editamos por tres años.

La mayoría de libros publicados y la revista han estado presentes en ferias internacionales, como la Frankfurt, Alemania; Bogotá, Colombia, Guadalajara, México; también, Gijón, Madrid, Barcelona, para mencionar solo algunas de ellas. Sobre todo, gracias al apoyo de Raúl Figueroa Sarti, de F&G.

Colaboramos en talleres con técnicos de bibliotecas comunitarias de población indígena que atienden alrededor de cien mil usuarios y participamos en diferentes lecturas de poesía en la provincia de Guatemala, en particular con jóvenes con edades entre 12 y 15 años. Sin contar el apoyo a diferentes festivales de cultura organizados por escritores jóvenes en varios departamentos del país. Año con año realizamos donaciones a diferentes bibliotecas en varios municipios rurales del país.

Se creó el Premio Nacional de Novela Corta Luis de Lión (escritor indígena desaparecido por las fuerzas de seguridad del Estado en 1984). Este premio, en su momento, fue considerado el segundo más importante del país por el Directorio Cultural y Deportivo del Ministerio de Cultura y Deportes.

Hemos tenido más de 300 referencias críticas y reseñas en periódicos, revistas, radio y televisión. En  la revista magna terra, un viaje hacia las ideas dimos noticia de más de 200 libros de escritores nacionales y de 150 de escritores extranjeros. Publicamos textos de más de 50 escritores guatemaltecos. Colaboraron 35 escritores de Colombia, Costa Rica, Chile, Honduras, México, Brasil, Argentina, Francia, España, Italia, El Salvador, Bolivia, Cuba, Nicaragua, Uruguay, Suecia, Marruecos, entre otros.

Por los espacios de Magna Terra han circulado cientos de proyectos y miles de libros. Esta ha sido la casa de pintores, músicos, escultores, poetas, novelistas, fotógrafos. En algunos de sus espacios se han filmado películas o videos. En sus paredes nacieron proyectos disparatados y hermosos.

En este esfuerzo, me han acompañado como pilares fundamentales de esta aventura, Paolo, Pamela y Montserrat Guinea, Marcony Ovalle, Lilian García, Edy Revolorio, José Luis Perdomo Orellana, Oswaldo Morales, Mario Monteforte Toledo, Ariel Ribeaux, entre decenas de colaboradores que encontraron en la editorial su casa y su oficio.

Pero, es justo decirlo, también los editores independientes, que con su forja de talento y tenacidad, han hecho del oficio editorial, una trinchera contra la intolerancia y los extremismos. Vale, pues, darle las gracias a Raúl Figueroa Sarti, de F&G, Francisco Morales Santos, de Editorial Cultura, Armando Rivera, de Letra Negra y los novísimos y talentosos Luis Méndez Salinas y Carmen Lucía Alvarado de Catafixia y Pablo Bromo de Vueltegato.

También, a más de 300 instituciones, universidades, centros de investigación, personas individuales, amigos, que confían en lo mejor que sabemos hacer: libros.

Hoy, cumplimos 20 años, y decimos con Mujica: «La casa es el lugar donde residiendo recibimos».  Por ello, Magna Terra es y será la casa habitada.

[Publicado originalmente en: elPeriódico, El Acordeón]