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“Ixcanul”

Históricamente se ha reproducido el estereotipo de que “los indios son bolos”.

María Aguilar

El viernes último tuve la oportunidad de ver Ixcanul en el contexto de la Conmemoración del Día Mundial de la Población en el Centro Cultural de España. Sabía poco de la película y mucho de las giras y galardones obtenidos por su director.

Los análisis sobre el film no caben en una columna y deben de realizarse desde múltiples perspectivas críticas que vayan más allá de lo artístico y que no excluyan el tema del racismo. Dado que esta no es una narrativa que se reduce a una joven atrapada entre tradiciones, imposiciones familiares o ignorancia, me limitaré a tocar solo dos temas de manera general.

Primero, lo que observé es una narrativa llena de estereotipos que evidencian cómo los ladinos siguen retratando a los pueblos indígenas. Un ejemplo entre muchos es el uso constante del alcohol, llegando al extremo de que el alcoholismo es equiparado a la sexualidad indígena. Y esto lo representa la escena en la que cerdos se aparean gracias al alcohol, posteriormente los padres de María tienen relaciones sexuales luego de una reunión en donde abunda el alcohol y María tiene relaciones con Pepe detrás de una cantina, luego que ella bebe sorbos de alcohol y mientras él esta profundamente ebrio. Históricamente se ha reproducido el estereotipo de que “los indios son bolos”. Por eso, hoy en día es inaceptable que desde el arte se siga perpetuando ese estereotipo sino va acompañado de una crítica aguda de que fue usado como instrumento de colonización.

Segundo, fue indignante escuchar las reacciones del público que reía a carcajadas, especialmente durante escenas que ilustran las consecuencias dolorosas de las barreras lingüísticas en el país, abonando ellos mismos al racismo evidenciado en la pantalla.

Al final de la función, una compañera k’iche’ me dijo: “he visto la película tres veces, cada vez encuentro elementos que me molestan más, pensé que era yo quien no veía nada positivo”. Y concuerdo con ella, en lo personal, esta película me recuerda quién construye las representaciones de los pueblos indígenas en Guatemala, por eso, es imperativo confrontar la visión desde la que los ladinos y extranjeros materializan nuestra cultura, historia y practicas llenándolas de estereotipos superficiales y folclóricos.

Al final de la función, una compañera k’iche’ me dijo: “he visto la película tres veces, cada vez encuentro elementos que me molestan más, pensé que era yo quien no veía nada positivo”.

Fuente: [www.elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

María Aguilar Velásquez
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