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El patético papel de la canciller Sandra Jovel Polanco

Con impunidad Jovel, en nombre del pueblo de Guatemala, se ha dedicado a ejecutar el rol de defensora del Estado mafioso que nos gobierna.

Irmalicia Velásquez Nimatuj

No conozco a Sandra Erica Jovel Polanco, sin embargo, como mujer su actuación me sorprende y me provoca vergüenza porque se ha dedicado desde antes de ser nombrada canciller a ser parte de uno de los delitos más deleznables en los que una profesional puede inmiscuirse, que es el de las adopciones irregulares que se convirtieron en un millonario negocio, en un nicho para un sector pequeño de especialistas guatemaltecos, concretamente bufetes de abogados. Según investigaciones e informes en Guatemala los niños dejaron de ser seres humanos para ser convertidos en mercancía que se ha vendido con rapidez al mejor postor. En otro país democrático, el solo hecho de haberla ligado a un proceso de esa magnitud hubiera sido suficiente para no ser nombrada canciller. De manera sorprendente, el proceso fue sobreseído ágilmente en agosto de 2017 por la jueza Sexta Penal, Silvia de León.

A partir de entonces, con impunidad Jovel, en nombre del pueblo de Guatemala, se ha dedicado a ejecutar el rol de defensora del Estado mafioso que nos gobierna y que con diligencia ha ejercido desde la cancillería.

Por su pasado, no debería de ser patético leer la “ayuda de memoria” de Sandra Jovel, con el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, el pasado 1 de febrero en Nueva York, en el que como mujer profesional urbana se presta a desempeñar el rol de defensora del Ejército y de la extractiva elite económica que se niegan a rendir cuentas de sus actos y menos ceder algo de los privilegios que han acumulado a costa de la opresión histórica a la que han sometido a millones de mujeres y hombres a quienes han mantenido en pobreza extrema durante siglos.

Jovel terminará retratada en la historia como una profesional carente de sentido de humanidad, sin memoria histórica menos política, una profesional que no hace sino repetir –quizá hasta mejor– el actuar de los hombres urbanos, criollos o ladinos, de clase alta, que han mantenido el control burocrático del Estado, al garantizar la reproducción de las principales opresiones, para seguir delinquiendo y enriqueciéndose: la de clase, raza e irónicamente, Jovel también reproduce, la de género.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/02/10/el-patetico-papel-de-la-canciller-sandra-jovel-polanco/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Irma Alicia Velásquez Nimatuj