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El fauno y yo

Hoy terminada la audiencia me dirijo al elevador, la mayoría bajan por las escaleras. Estoy ahí paradita en un extremo en la entrada, cuando viene la custodia que acompaña a Ríos Montt y su nieto, el general se para frente a mí en el otro extremo, me hace un saludo, se inclina, antes pone firme sus pies, yo le digo educadamente, buenas tardes general, al llegar el elevador un oreja me dice que entre, yo respondo suban me voy en el otro viaje, pensando que no debería ir, insisten, entro, voy al fondo, entra el general y busca el otro extremo, quedamos frente a frente… los cuatro pisos hasta el sótano donde lo llevan se hacen eternos, lo miro, no siento odio, lo veo como ratón arrinconado, por fin llegamos al sótano, me dicen que pase primero, les digo, debía quedarme en el anterior piso el elevadorista no paró… sale con paso firme y seguro…

Ya en el coche en mi soledad hablo según yo con el Emil y le digo… perdonáme, pero no le siento odio a pesar de la barbarie, es un profundo desprecio, lo ves ahí sentado como vil delincuente, lo tienen frente a la justicia los indios shucos, los caitudos, esos que ellos siguen viendo con desprecio, esos que no hablan español. Lloré mucho y le digo a Emil, vos también ves verdad, no te parece, es un militar de hueso duro, soporta estoicamente todo el día, escucha, hace apuntes, se ríe cínicamente, habla con sus abogados, pone atención, ve lo mapas del Quiché en una pantalla, presta atención a lo que dicen los peritos, nunca lo ves dormitar, ni cansado… pienso… tomará algo para estar tan entero a esos años… recuerdo su soberbia, los tribunales de fuero especial, todo, cuando mi madre se le hincó a su esposa, ya en palacio, nos dijeron el general no recibe madres de subersivos…

Qué parodia, ¿no?, tenerlo frente a mí, durante 31 años he esperado esto, tan cerca… siempre pensé que le iba a escupir la cara o algo parecido, pero no, encerrados en el elevador… todos los días le tomo n cantidad de fotos en el juicio… cuánta maldad en un ser humano, es un verdadero fauno.

Lo que es verdad es que nadie estaba de por medio entre los dos en el elevador, cuando entró se fue a un rincón en el fondo y yo en el otro, frente a él quedé yo con mi cartelito y la foto de Emil… la vio y bajó la vista.

Cómo pudieron, me pregunto. Si mi corazón estaba partido antes de iniciar el juicio, ahora no sé qué haré con los pedacitos que tengo de él, ha sido demasiado, cada día es una pesadilla. Ver la geografía del Quiché, el sufrimiento del desplazamiento forzado, los niños muertos de hambre y enfermedad… por qué tan tarde la señora justicia se dignó a escuchar a este pueblo valiente y resistente como lo dijo Héctor Rosada el día de hoy, desde la conquista el pueblo Ixil ha sido rebelde a la opresión.

Veremos si el tribunal se atreve a condenarlo, todos los días llegan en manada los de AVEMILGUA. Hoy me moví de lugar para ver y poder escuchar mejor una presentación, atrás de mi tenía a todos los lobos, juro que no dejé de sentir en ningún momento en mi espalda escalofríos, pronto me quité de ese lugar.

El jueves terminan todos los peritos de dar sus informes, se dice en petit comité que probablemente el tribunal dé su fallo el viernes o el lunes.

Abrazos.

Marylena

Ya en el coche en mi soledad hablo según yo con el Emil y le digo… perdonáme, pero no le siento odio a pesar de la barbarie, es un profundo desprecio, lo ves ahí sentado como vil delincuente, lo tienen frente a la justicia los indios shucos, los caitudos, esos que ellos siguen viendo con desprecio, esos que no hablan español.

Marylena Bustamante