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Paulo Coelho y el Arzobispo de Guatemala

1. Pasa por la televisión un “spot” comercial de “Azúcar de Guatemala”, en el que el encargado de enaltecer las virtudes “humanitarias” del feroz monopolio azucarero local es un cura que ocupa el cargo de Arzobispo y ostenta la dignidad de Monseñor. No se trata de un animador de televisión cualquiera (de esos que se ahogan fingiendo entusiasmo porque lo que enaltecen es la vacuidad consumista), sino de alguien en posición de legitimar las prácticas monopólicas de la oligarquía vernácula ante una grey de fieles que no duda de su honestidad personal como encarnación de las virtudes de la milenaria iglesia que representa. He aquí un triunfo más de la “libertad de expresión y de mercado”, unidas a la “bondad cristiana”. Alabado sea el Señor, quien nos bendice con un prelado que, aunque no tiene el don de la sanación (como esos vistosos competidores que curan a golpe de dedo), sí posee una sublime cuanto virtuosa vocación de merolico de “los buenos”, aunque éstos tengan el defectillo de ser monopolistas.

2. El increíblemente pésimo escritor Paulo Coelho declaró a medios masivos que la novela Ulises, de James Joyce, ha hecho mucho daño porque carece de contenidos. “No hay nada ahí”, dijo, “es puro estilo”. Sin ánimo de desasnarlo explicándole que el estilo no existe sin sus contenidos, ni de informarle sobre que la novela que desprecia es un libro arquetípico de la modernidad (porque la desconstruye como paradigma, tal como lo hace, en la plástica, el Guernica, de Picasso), sí vale la pena llamar la atención de los miles de biempensantes que tienen a este farsante en calidad de gurú, para que reconsideren su pueril entusiasmo por la liviandad de la ya pasada moda “New Age”, de los pastiches y collages esotéricos “light” y de la melodramática espiritualidad para “dummies” que conforma su proverbial y chata “hondura de pensamiento”. Esto, para que busquen un consuelo más sólido y permanente a la orfandad afectiva y el vacío existencial que en vano tratan de llenar consumiendo basura cultural.

 

Mario Roberto Morales
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