Ayúdanos a compartir

Caía la tarde y la noche empezaba a desplegar su manto tapizado de estrellas, la luna como una doncella mirando atreves de las cortinas de una ventana asomaba su rostro al firmamento y aquel muchacho llevaba el corazón contento, en el pecho una tarjeta para la niña de sus sueños, aun que a veces para sorprenderla  las ponía en el correo  aun que sabía que de aquella  forma ,se perdía el ver sus ojos  humedecidos y esa sonrisa que iluminaba su rostro, mas recibía a cambio un beso travieso y un abrazo en el que sentía los latidos de su corazón.

Corrían los finales de los ochentas cuando el VHS reinaba y en casetes se guardaban en forma de música los recuerdos más hermosos, la internet era un sueño que se desarrollaba en forma exponencial. En  las radios en ingles se escuchaban una y otra vez la música de Michael Jackson y Madona, en español las canciones escritas por Manuel Alejandro en las voces de varios artistas dominaba la preferencia de los oyentes, pero a Nayeli le encantaba escuchar a José Luis Perales; ella cursaba el quinto año de magisterio,  Juan Luis en los primeros años de universidad.  Llevaban un poco más de un año de ser novios y celebraban cada mes como si fuera el primero, siempre le envía un telegrama y calculaba los días que el correo tardaba en llegar, para que llegara el día justo  el cartero con una carta perfumada, para celebrar un mes más en que el amor reinaba en sus corazones .

Por aquellos días Juan Luis se había hecho de una moto para transportarse de casa a la universidad, más cuando salía con Nayeli preferían usaban el transporte público pues a ella le atemorizaban las motos.  Él le decía que el siguiente semestre tendría que tomar los cursos por la tarde y saldría ya de noche por lo que tener una forma propia de transportarse  le permitiría  llegar pronto, para poder irla a ver. Aunque  a veces por cuestiones de exámenes y tareas no le era posible irla ver, mas siempre le envía cartas de amor perfumadas por el correo, ella lo sabía y por eso cada día buscaba en el buzón con  una ilusión que desbordaba su corazón, eran cartas que leía una y otra vez, las cuales atesoraba en una caja de zapatos que había decorado con recortes de los pitufos.

Entre libros, tareas y números los versos se abrían paso para plasmar en una hoja de papel aquel cumulo de sentimientos que brotaban a raudales, recordando su sonrisa y esos ojos que brillaban como las estrellas…Nayeli para él era  su razón en este mundo, ese algo por qué dar un paso más, ese algo que da razón al sin sentido, pues por ella y en ella había aprendido a amar, no porque …Fuera buena, bella, inteligente, sino con ese amor que se mantiene perenne a pesar de…

Era ya el mes de noviembre, con esa briza que traía el viento, los arboles meciéndose como bailando, las flores medio cerradas como abrigándose del frio, un frio primaveral… Aquel sábado como cosa extraña Nayeli había aceptado la invitación de ir a un café en la moto, se vistió con una blusa, un suéter y pantalón de mezclilla, él le ajusto el casco  y ella se abrazo a su cintura con todas sus fuerzas, mientras sentía el viento besándole el rostro, llegaron al lugar, fue una tarde fantástica y antes de que callera la noche decidieron regresar, estaban a unas cuantas cuadras antes de llegar cuando un vehículo golpeo la moto y ambos salieron como flotando, la última imagen que quedo graba en ella fue la de su sonrisa, luego todo se torno en un sueno en el que le gano el tiempo…

De aquel terrible accidente en el que el muchacho murió y ella quedo en coma habían pasado ya más de diez años cuando ella despertó, así de repente sin que nadie lo esperara, pues en todo aquel tiempo, apenas unas cuantas veces había dicho un par de palabras o movido  una mano, una pierna, para luego quedarse en aquel largo sueño. Al despertar quiso pararse pero no pudo, las piernas apenas le respondieron, sentía la espalda como un acordeón y su propia evitación la miraba diferente, con aparatos extraños y sus brazos como atados a aquellos sueros que la alimentaban, con esfuerzo casi balbuceando pidió ayuda, pero nadie contesto, ella se sentó en la cama confundida no entendiendo nada, pero aquella imagen seguía en ella grabada y se pregunto ¿Que era de Juan Luis? ¿Dónde el estaba? Perdida en sus pensamientos, así la madre lo encontró, sin que su cabeza pudiera dar crédito a los que veían sus ojos, corrió hacia ella, con el alma llena de emoción  la abrazo, ella la reconoció inmediatamente, pero la veía diferente, la madre no cavia en su alegría, después de todos los pronósticos dados por los medios, el tiempo trascurrido, ¡su hija por fin volvía a la vida…!

Conforme pasaron los días Nayeli empezó a recuperar sus habilidades motoras, pero no recibía respuesta a sus preguntas, los médicos la habían revisado, sometiéndola a varios exámenes en el hospital sin que hubiesen encontrado  daños aparentes, pero quería seguir chequeándola sin embargo le permitieron regresar a casa.  Aquella tarde la madre le comento lo sucedido, lo del accidente, lo de la muerte del muchacho y lo de su estado de coma por más de una década, todo aquello la confundía pero sobre todo una gran tristeza le embargo el corazón.  Para este tiempo ya sus hermanas se habían casado, así como muchas de sus amigas y amigos, sin embargo Lucy continuo durante todo aquel tiempo yendo a verla y al enterarse de que había vuelto de aquel largo sueño  no dudo ni un segundo y se fue a buscarla. Desde aquel día Lucy hizo todo lo posible por decirlo así de ponerla al día en cuanto a la vida, le explico todo lo concerniente a las nuevas formas de comunicarse con los demás, la computadora, el email, los programas de chat, las redes sociales, los textos en los teléfonos celulares en fin, todo aquello que en aquellos años eran teorías y sueños  ahora eran realidades en el horizonte.  Las cartas de puño  y letra, la emoción de esperar las cartas perfumadas habían pasado a la historia en tan poco tiempo, ahora el cartero llevaba paquetes  de mercancías compradas en ebay,  las facturas de las cuentas por pagar  y por supuesto las ofertas donde te ofrecen subsidiar la vida, tarjetas de crédito con cero porcentaje de introducción que se disparan en forma exponencial unos meses después.  Incluso para conocer pretendientes, las reuniones parecían en desuso pues en estas todos estaban más interesados en mandar mensajes de texto que atreverse a conocer nueva genta, ahora se usaba los sitios para encontrar pareja.

De súbito para ella la vida se había tornado en algo desconocido o serio que ella era obsoleta, era como si se hubiera caído del tren y se hubiera quedado en una estación desconocida. Pese a que ya no era una jovencita, la ilusión de recibir aquellas cartas perfumadas seguía perenne y al llegar  el correo, corría ansiosa para buscarlas, pero ya no llegaba, entonces un dejo de tristeza se apoderaba de su alma.  Intento conocer a nuevos pretendientes, pero al parecer la prisa era el factor común de una relación.  Se sentía desubicada, algo así como un gato en una perrera.  Un día hurgando entre sus cosas encontró aquella cajita de zapatos forrada con recortes de los Pitufos que adentro contenía aquellas cartas perfumadas y todos aquellos detalles que un día le hicieron tocar el cielo, rosas marchitas, tarjetitas hechas a mano, cartas con intentos de poema, listones de regalos recibidos…Todo aquello que  un día despertó sus ilusiones y le había hecho sonar despierta.  Ahora todo aquello había quedado en desuso, no sabía si ahora  era mejor o no, lo que si comprendía era que el cortejo antes del romance es un arte, que requiere dedicación y paciencia.  A pesar  de que sabía que las cartas perfumadas ya no llegarían, en su corazón seguía sintiendo aquella emoción esperando el correo.

Autor: Oxwell L’bu