Disco Ápices, de Paolo Guinea Ovalle
Es mucho el ir y venir al que nos sometemos cotidianamente. A veces con la pura pretensión de hacer cosas, de no quedarnos quietos, y dejar un eco de lo que nuestra individualidad era, es, será. Eco suspiro que no puede sino ser compartido. Nuestra individualidad es una quimera siempre colectiva.
Viento y lluvia, somos compañeros a regañadientes de lo efímero y la ausencia, renegamos de nuestra fragilidad ( deberíamos ser frugales hasta con las palabras ) y para perdurar nos hacemos pesados al caminar, al pensar, al amar. La vida no es más vida, sino repetición y abandono.
Brisa fresca traen las playas siempre cercanas de nuestra infancia.
Una tonada de colores arrima la primavera en el pleno invierno de las vidas.
Como un galopar del corazón por un beso inesperado.
El mar siempre esperándote al doblar la esquina de su mirada.
Así, con ese afán, comparto esta brisa fresca, este mar, este beso inesperado. Comparto con ustedes a Paolo Guinea Ovalle, y aún mejor, a su música. Pasen adelante, reciban ese beso inesperado.
Disco Ápices
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