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Otra vez la lucha armada

Ante el secuestro de la justicia y la legitimación de la barbarie.

Mario Roberto Morales

En mi país, la clase política corrupta ha secuestrado el sistema de justicia por órdenes de los oligarcas y de los grupos fascistas que temen la reanudación, en 2015, del proceso al genocida Ríos Montt y también el enjuiciamiento penal a empresarios, finqueros y militares subalternos por crímenes de lesa humanidad durante el conflicto armado interno. Por esta razón, han comprado el sistema de justicia asegurándose de que la impunidad de los más grandes evasores de impuestos y de los asesinos históricos del pueblo siga reinando en el país para regocijo de algo más de una veintena de familias y de sus círculos concéntricos de más oscura servidumbre.

Después del derrocamiento de Arbenz, la dictadura militar-oligárquica cerró todos los espacios de lucha política, creando así las condiciones propicias para que ocurriera la rebelión armada que protagonizaron los más dignos oficiales jóvenes del Ejército el 13 de noviembre de 1960, ¬¬dando con ella origen a las primeras guerrillas, debido a que el Estado había sido secuestrado por militares corruptos que obedecían a la retrógrada oligarquía local. Hoy, para proteger su impunidad y estilo de vida rentista, los hijos y nietos de aquellos oligarcas vuelven a cerrar los espacios de lucha política haciendo que sus uniformados militaricen la seguridad interna y repriman la desesperada cuanto justa protesta social por las condiciones materiales en las que el fracasado modelo neoliberal tiene sumida a la población. Con ello, crean de nuevo las condiciones para el estallido de la rebelión armada de los sectores populares organizados y abren así la puerta a un nuevo ciclo de guerra civil, esta vez combinada con las múltiples formas de violencia que le son inherentes a la actividad empresarial del delito organizado, al cual sólo le hace falta una cámara que lo represente en el CACIF, la organización política de la oligarquía que navega disfrazada de institución gremial. De nuevo, la derecha fascista, los sectores más atrasados de la oligarquía y los militares con menos luces empujan a la población a la resistencia armada.

Mediante el secuestro de la justicia, la élite oligárquica, sus ideólogos “libertarios”, su ejército genocida, sus organizaciones anticomunistas de guerra fría, sus bandas de criminales organizados y su clase política corrupta ha salvaguardado por enésima vez el más preciado de sus valores políticos: la impunidad. ¿Qué alternativa le deja esto al pueblo sino la desobediencia? Una desobediencia que no puede ser civil puesto que el Estado ha sido privatizado y funciona sólo para los intereses de la élite. Además, y por si fuera poco, los ideólogos “libertarios” pro-oligárquicos proponen como “solución” al caos una “república” sin democracia en la que gobierne una casta dictatorial que evite a toda costa “la dictadura de las mayorías”. ¿Qué le queda al pueblo ante un “futuro” con la democracia asesinada y una “solución” derechista que no es sino la legitimación de la barbarie? ¿Qué le queda si la legalidad dejó de ser el camino para librar la lucha política? Nadie se extrañe entonces de los brotes de autodefensa popular armada que podamos atestiguar en breve.

Se necesitará un milagro cívico para evitar este desenlace natural ante tanta opresión: un gobierno que ejerza el poder según el interés general y que se apoye en el respaldo de las masas para hacer valer la ley ante la barbarie.

Mario Roberto Morales
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