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Nuncio Apostólico pone el dedo donde duele

Editorial Siglo21
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Durante una recepción convocada por el Nuncio Apostólico, monseñor Nicolas Thevenin, la noche del jueves último, para conmemorar el tercer aniversario de la elección del papa Francisco, el anfitrión y decano del cuerpo diplomático pronunció un discurso que, más allá de su comedido lenguaje, puso el dedo sobre un renglón sensible: la presunta injerencia de algunos representantes oficiales de naciones amigas en asuntos internos de Guatemala.

Pronunciado en presencia del presidente de la República, Jimmy Morales, el vicepresidente, Jafeth Cabrera, y el canciller Carlos Raúl Morales, el discurso del enviado del Vaticano tiene alusiones muy claras a la conducta que, según Thevenin, debe observar cualquier diplomático en el país donde está acreditado.

“Un diplomático tiene que ser una persona de mucha humildad, de mucha escucha, y nunca puede pretender entender perfectamente todo e imponer a un país soberano y digno, soluciones a lo que son retos y problemas reales, pero mucho más complejos de lo que uno se puede imaginar”, dijo el Nuncio Apostólico, en un pasaje que fue interpretado como referencia a la conducta atribuida por sus críticos al embajador de Estados Unidos, Todd Robinson.

La interpretación de esta y otras partes del discurso de Thevenin como señalamientos a Robinson fue confirmada, ayer, por monseñor Óscar Julio Vian, arzobispo metropolitano de Guatemala, quien afirmó que el diplomático de EE. UU. “últimamente se ha estado metiendo mucho en las decisiones del país”, según le citó Emisoras Unidas.

El posicionamiento de ambos prelados llama la atención, porque hace ostensible eco a las críticas hechas a Robinson por formadores de opinión situados en el margen derecho, y hasta ultraconservador, del espectro ideológico-político de Guatemala. Algunos de los exponentes de esas corrientes de pensamiento han llegado, incluso, a declarar “non grato” al enviado de Washington.

“Recordar la Historia nos ayuda a comprender la vida de un país tan complejo y rico, que ha pasado por etapas muy distintas”, afirmó también Thevenin en su pieza oratoria. Alusión paradójica porque, precisamente en otros momentos de la historia de Guatemala, específicamente en 1954, la alta jerarquía católica y el Vaticano, estuvo claramente alineada con el intervencionismo estadounidense.

El Nuncio Thevenin, para qué negarlo, puso el dedo donde duele. Pero las cuentas por los reiterados atropellos a la soberanía nacional hay que pedirlas, en primer lugar, a élites económicas y políticas de vocación malinchista, que a lo largo de la historia se han beneficiado de la protección geopolítica del big brother.

Ahora que éste, preocupado por su seguridad y por el peligro de Estados fallidos en su flanco sur, cuestiona a fondo la corrupción de esas élites, entonces aparecen sospechosas posiciones antiinjerencistas, que la jerarquía católica debe pensar bien antes de seguirlas respaldando.

Ahora que éste, preocupado por su seguridad y por el peligro de Estados fallidos en su flanco sur, cuestiona a fondo la corrupción de esas élites, entonces aparecen sospechosas posiciones antiinjerencistas, que la jerarquía católica debe pensar bien antes de seguirlas respaldando.

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